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Gifted.

Así se llamó el proyecto de Ausubel.

Corrijo: así se llamó el infierno que creó Ausubel.

Inició hace cuatro años, justo después de graduarse como psiquiatra con diecinueve. A los veinte, ya era conocido como el mejor médico egresado del país.

Pero en realidad, todo empezó antes, mucho antes, con su seguimiento oculto a Ellis: su peculiar primo canadiense.

Para ser sinceros, lo que le pasara a su primo le importó tanto como resolver una derivada. Pero una tarde, se animó a revisar un álbum de fotos y un video casero. A la mañana siguiente, emprendió una investigación completa sobre él.

Al niño de ojos ambarinos le llamó la atención que no hubiera ningún caso mental en la familia, excepto él. Pero Ellis, desde muy pequeño, tenía una conducta muy llamativa.

Su interés por él fue creciendo hasta un año después, cuando la desgracia azotó a los Collingwood, y el pequeño Ellis se quedó sin padre ni abuelos paternos.

Los padres de Ausubel deciden unirse al luto y viajar a Canadá.

Ellis, te presento a Elijah: el hijo de tus tíos Nathan y Diane, los de Oklahoma, ¿recuerdas?

El niño de ascendencia británica no lloró, ni respondió.

Lo que más le sorprendió a Ausubel (en ese entonces, Elijah) fue que nadie se diera cuenta de lo que él vio: Ellis no era normal. Vio mucha actividad extraña entorno a él.

La semana pasó en ese pueblo. Elijah se escapó varias veces a casa de su tía para observar a su primo, a quien halló despierto a media noche, mirando a un punto fijo. Siempre.

Acabados los funerales. Elijah regresó a Oklahoma.

Pero para él, sólo fue el comienzo.

El joven de fuego ambarino cumplió dieciocho. Iría a una prestigiosa universidad, con programas para superdotados. Sin embargo, lo importante para él fue llenar un expediente titulado Caso Ellis en su estante.

Su primo sufría de algo. Y luego de varios meses, lo descubrió: Ellis tenía muchas probabilidades de ser superdotado.

Elijah consiguió un contacto un compañero de clase conocido por sus enlaces con el narcotráfico que por un par de miles, le proporcionó un pasaporte que le permitiría ir a Canadá como Ausubel: un psiquiatra de veintidós años recién egresado.

Examinaría a Ellis de cerca. ¡Qué alegría!

Lo del viaje fue cubierto: sus papás pensaron que iba a un supuesto plan vacacional en el extranjero.

Al llegar a Canadá, bastó menos de un día para descubrir los horarios de Ellis. Sobre todo, su extraña dieta. Y sus misteriosas salidas con su madre todos los sábados a la misma hora.

Ausubel se infiltró a la casa, y encontró unos estudios ocultos en la habitación de la señora Collingwood: Ellis sufría de trastorno esquizoafectivo. Las salidas eran consultas con un médico de mala muerte… Cómo odiaba a la gente inferior a él.

Ausubel consiguió la dirección. Y a la semana siguiente, ese pobre médico apareció muerto en su casa El forense y la policía jamás descubrieron la causa.

Ellis se quedó sin médico. Y su madre, en su apremio por mantener su condición en secreto, contactó al futuro psiquiatra de la familia.

Elijah va a la casa. La viuda tenía una preocupación especial por su hijo: no quería que muriera por falta de tratamiento, y necesitaba un profesional.

Yo No quiero que nadie en el pueblo se entere. Sería una desgracia que hubiera un desquiciado en la familia.

Tranquila, puedo tratar a Ellis.

—No lo dudo pero, ¿no tendrás problemas? Es decir, no eres médico. Y ni siquiera has salido de la preparatoria.

Elijah rio.

Por eso no se preocupe, tía Jugar con la ley es mi pasatiempo preferido.

Así empezó.

Elijah utilizó su identidad falsa para trabajar como psiquiatra. Ellis iba a su casa cada fin, y gracias a la ausencia de su madre, Ausubel aprovechó para inducirlo en estado vegetal y hacerle pruebas.

Ellis tenía alta actividad cerebral. Y un coeficiente superior al de él...

Pero ¿cómo?: Sus notas eran pésimas. Y su carácter fue típico de niño acomplejado. Imposible que fuera mayor prodigio que él.

Se le ocurrió cambiar de método.

Ausubel tenía un registro detallado de Ellis: cómo hablaba, comía, dormía, y el cómo, cuándo y por qué. Pero nada de eso ayudó a modificar su mente... A menos que alguien lo hiciera por él.

Equipó su consultorio con la mejor tecnología. Eso conllevó infiltrarse en el gobierno varias veces. Fácil, hasta que las cosas se torcieron. Tanto que casi lo descubren y, ni modo: tuvo que añadir un par de cadáveres más a su lista.

Ausubel revisó los registros más antiguos del pueblo, cada especialista, cada paciente hasta que dio con los tratamientos de una joven con la misma capacidad intelectual que Ellis...

Blair Holden.

Ausubel hizo que se conocieran. Los colocó en la misma clase. El plan era a llevarla a su laboratorio una vez, pero la estudió... Y la estudió…

Era fascinante: su mente, sus sentimientos, la forma en que su ansiedad repercutió en su índice intelectual.

Ellis pasó al olvido. Esa chica fue la lotería.

Elijah regresó a Estados Unidos. Se graduó. Se cambió el nombre, y se presentó ante el mundo como Aiden Ausubel: un superdotado que viviría en Canadá, tratando pacientes. Pero, tras los ojos del gobierno, creó una organización de pruebas, todas dirigidas a un mismo fin: convertirlo en el primer científico en curar la ansiedad, la esquizofrenia, y cualquier trastorno, sólo con el coeficiente intelectual de una persona.

Gifted fue la promesa del siglo. Y todo gracias a alguien que conocí mejor que nadie

Saliendo del recorrido, y de la peor pesadilla que el mundo pudo crear para mí, me lo encontré. De frente: con su fuego ambarino y superioridad abominable.

Sí, él es la causa de mi inestabilidad. Él es el monstruo.

—Gifted me hará ganar el premio Nobel. Y tú, Blair, eres el objeto de estudio.

—¡Por eso estás aquí! Uy, por cierto: Ellis ya no me sirve. Así que haré una bonita visita a su cabaña para que llegue a casa en un ataúd, y así, pueda dormir eternamente junto a su padre y sus abuelos... Un detalle conmovedor, ¿no crees?

Lo que nunca he dicho | BLAIR [Atwood 0]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora