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Esa noche nos quedamos hablando hasta la madrugada.

Cuando llegué a casa, mi madre me echó la bronca, pero no me importó.

Conocí una gran parte de Ellis y él de mí, por lo tanto, nos amoldamos el uno al otro.

Empezó a incorporarme en su día a día: cuando salía al nuevo gimnasio al que se apuntó. Cuando íbamos al nuevo curso, a viajar, o a la casa del otro.

Su madre pareció sorprendida de verme de nuevo en su casa. Me vio como si no esperara el momento a que saliera corriendo.

Pero no lo hice.

El otoño e invierno pasaron en un abrir y cerrar de ojos. El retorno a clases de enero me dejó al tope, y Ellis estuvo igual de atareado, buscando plazas disponibles para la universidad. Se negó a que le echara una mano, pero su testarudez no impidió que contactara a unos amigos de mamá que lo llevaron a la universidad con la mejor mención en Ingeniería Mecánica del estado.

Sí, fui una novia asombrosa.

Me preocupé de estar al tanto de la parte recóndita de su vida —su bienestar mental—. No obstante (y para mi sorpresa), a Ellis no le pareció, y eso me molestó.

Leí todas las publicaciones sobre el tema. Busqué libros, documentales, y todo lo relacionado a tratamientos, y a cómo actuar en casos de emergencia.

La última cosa que me quedó por hacer —y la más aterradora— fue hablar con un especialista.

Hace años que dejé de ir a uno. Al último no le importó darme apoyo. Sólo esperó a que dejara de hablar para recetarme un montón de medicamentos que me hacían sentir muerta en vida. Gracias a eso, ingresé al hospital por sobredosis, lo demandaron y no volví a ver un terapeuta en mi vida.

Pero a pesar de mi mala experiencia, quise ayudar a Ellis. Y sólo un especialista sabría responder a todas mis interrogantes.

Un día, me colé en la habitación de mi novio y conseguí el número del psiquiatra que lo trató durante años: un profesional extranjero y reconocido en el vecindario.

No estuvo bien hacer eso a espaldas de Ellis pero, si no era así, ¿cómo?

Lo que no supe es que, en cuanto descubrí esos papeles, nada entre nosotros volvió a ser igual.

Lo que nunca he dicho | BLAIR [Atwood 0]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora