Chapter 41

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(RECUERDO)
Ella sacó las llaves de su cartera y comenzó a caminar. Estaba por llegar tarde al partido de su hija, y no se podía permitir aquello. Se subió al auto y arrancó lo más rápido que pudo. Cuando llegó se bajó y casi corrió hacia dentro del lugar. Un poco agitada se acercó a una de las entrenadoras.

-Profesora McHale, ¿Dónde está mi hija? -le preguntó recuperando un poco el aire que había perdido.

-Oh señora Khamsi, Engfa está detrás de la reja, en aquella banca de allá. -le señaló el camino con el dedo.

Araya asintió con la cabeza y movió de nuevo sus piernas para acercarse al lugar. Rodeó la reja y la diviso sentada en medio de todos los niños, atentos mientras ella hablaba. Sonrió levemente. Ella levantó su pequeña mirada verde y sonrió mostrando todos sus dientes al verla.

-Lo siento niños -les dijo abriéndose camino de ellos para acercarse a su madre. Araya se agachó cuando ella estuvo cerca.

-Eres toda una princesa, ¿eh? - Le dijo divertida y acomodó un poco su pelo - ¿Estas nerviosa?

-No, para nada -afirmó y sonrió.

Su madre levantó su mano y acarició su rostro. Sus mejillas estaban pobladas de pequeñas pecas, su nariz pequeña adornaba su cara de niña. Ella era tan hermosa, su pequeña. Con casi 6 años ya era toda una mujercita, y hablaba como tal.
Una de las entrenadoras se acercó a ellas.

-El partido ya va a comenzar -les avisó. Ambas asintieron y volvieron a mirarse.

-¿Papá vino? - le preguntó la pequeña con sus ojos verdes llenos de esperanza.

-No Engfa, papá está ocupado -dijo ella.

-Siempre está ocupado -susurró bajando la mirada.

Araya tomó su mentón e hizo que la mirara a los ojos. Ella no podía permitir que la concentración y la autoestima de su hija bajaran por eso.

-Pero yo estoy aquí y quiero verte brillar. Arun también vino a verte.

-¿Arun está aquí? -dijo entusiasmada.
Arun siempre venía a verla y a veces la acompañaba en sus entrenamientos y eso la alentaba. Araya sonrió.

-Sí, está aquí y ambos queremos que seas la niña más linda de todas y la mejor bateadora.

Engfa rió divertida.

-Soy la única niña, mami -le dijo.

-Y por eso eres la mejor, estoy muy orgullosa de ser tu madre. Ahora sal a ese campo y haz lo que sabes hacer -dijo y le dio un beso en la frente indicándole que ya era tiempo de irse.

Engfa movió sus pequeñas piernas hacía el campo y Araya la perdió de vista.

Se sentó en el gran piano de la casa de su abuela.
Tenía que terminar de saber las notas, antes de que su madre llegara. Levantó la tapa del piano y se sentó en el asiento. Sus pequeñas piernas no alcanzaban el pedal. Así que buscó un libro y lo apoyó sobre él para poder tocar tranquila. Miró las 88 teclas del majestuoso piano de cola. Con cuidado apoyó uno de sus pequeños dedos sobre una de ellas.

-Cuando toques el piano, siempre has de cuenta que estas tocando un pedazo de tu alma, y tócalo con cuidado. porque él siente las emociones que tienes cuando lo tocas -le dijo su madre sentándose a su lado.

- ¿Él siente mis emociones? -le preguntó la niña asombrada.

-Claro que él te siente. Ahora pon tus manos como te dije la otra vez, y solo toca después de que yo lo haga -le dijo ella.

Engfa vio cómo su madre apoyaba sus manos sobre la otra mitad del piano, en la que ella no estaba. Sus largos y finos dedos empezaron a moverse, causando que la música saliera suave y melodiosa.
La pequeña comenzó a mover los dedos también, copiando el acto de su madre. Araya sonrió contenta mientras veía todo lo que su pequeña de 7 años había avanzado solo en dos semanas. Lauren miró a su madre y le sonrió, enseñándole una sonrisa que una pequeña separación en las paletas de sus dientes. Le encantaba tanto llegar de la escuela y sentarse a tocar con su madre. Amaba pasar la tarde con su madre, hablando de los músicos más importantes de la música clásica. Y aprendiendo a tocar algún instrumento nuevo.

My Pequeña ObsesiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora