Ella cayó rendida sobre mí. Escondió su rostro en mi cuello y con sus manos calmó las marcas que sus uñas habían dejado sobre mis hombros, brazos y espalda.
-Ya no puedo más, Engfa-dijo agitada -Esto es demasiado, amor. Hace tres horas que estamos sin parar.
-Tú tienes la culpa. Me encanta verte disfrutarlo.
Me enloquece que me pidas más. Así que no te quejes porque definitivamente tú eres la culpable - diie con voz ronca y acaricié su espalda.Su cuerpo aún estaba sobre mí. Levantó la cabeza y me besó dulcemente, moviéndose sin intención.
Con ese simple gesto, mi cuerpo entero se tensó y ella pareció notarlo pues se detuvo.-Engfa, ¿otra vez? -preguntó alejándose de mi boca. Apreté los dientes.
-Char, amor, por favor -le rogué. Moví un poco mis caderas y empecé a desplazar mi mano derecha de su espalda hacía abajo. Ella jadeó levemente.
-No, Fa, no puedo -susurró agitada y se sentó. No fue hasta que lo hizo que pude colar mis dedos desesperados en ella sin aviso. Gimió ahogada.
-Uno más. Te prometo que será el último... te lo prometo -aseguré.
-Es como la cuarta vez que escucho eso, amor. Ya hemos hecho el kamasutra entero.
Cerró los ojos cuando la tomé de las caderas con el brazo libre y empecé a moverme en ella.
-Sólo nos empezamos a acercar a la mitad -susurré.
Su respiración se agitó y sus manos se enredaron en mi cabello, justo en la nuca. Me incliné hacía ella y la abracé contra mí. Sus latidos se apoyaron suaves contra mi oreja cuando apoyé mi cabeza en su pecho. Sus piernas se hicieron a cada lado de mí, dándome más acceso a ella. Y una de sus manos bajó desde mi nuca hasta mi espalda provocándome un escalofrío.
-Ahora comprendo por qué tienes a todo el mundo a tus pies, Engfa-me dijo al oído. La abracé más
contra mí.-Pero yo no quiero ni deseo a nadie que no seas tú.
-Te amo -susurró.
Me alejé un poco de ella para mirarla a la cara. Sus ojos estaban húmedos y sus mejillas enrojecidas.
Con un simple movimiento giré y la atrapé bajo mi cuerpo. Siseó mi nombre. Entrelacé mi mano libre con la de ella para llevarla sobre su cabeza. Con la otra me sostuvo por la nuca.
Comencé a moverme dentro de ella de manera lenta y profunda. Sus ojos se veían cada vez más cristalinos. Charlotte quería llorar y por un momento me sentí terriblemente insegura. Bajé mi cabeza hasta su rostro y suavemente acaricié sus labios.
-Te amo, Char.
Ella soltó un sollozo y soltó mi mano para rodearme por el cuello y pegar su boca a la mía. Me moví más rápido al sentirme desesperada. Y más rápido de lo que deseé ambas llegamos a un nuevo clímax, compartiendo algo mucho más profundo que el éxtasis.
Me dejé caer sobre ella y me abrazó con fuerza. Me alejé para mirarla a la cara y varias lágrimas caían por sus mejillas. Las quité con mis labios.
-No llores, amor ¿Por qué lloras? ¿Hice algo mal?
Oh Dios, ¿te hice daño? -le pregunté entrando en pánico. Ella sonrió, negando con la cabeza y acarició mi rostro.-Porque te amo -dijo y levantó su cabeza para besarme suavemente.
Giré sobre la cama para quedar boca arriba. Charlotte se hizo un poco más arriba y me acurruqué contra su pecho, sintiendo el alivio y la paz que solo podía sentir al estar entre sus brazos. Nuestras respiraciones aún eran agitadas, pero no era solo por el esfuerzo de haberlo hecho una vez más. Era por la emoción de saber que me ama y yo a ella.
ESTÁS LEYENDO
My Pequeña Obsesión
Roman d'amourAunque es un desastre, Engfa Waraha tiene todo lo que a los 19 años se puede desear. Su vida es aparentemente perfecta, y siempre consigue lo que quiere a toda costa. Hasta que la conoce a ella. Tan difícil. Tan hermosa. Tan decidida a no dejarse ca...