33| La verdad

106 8 0
                                    

Elena

No sé en qué momento del día abro los ojos, ya que Caleb no ha abierto la persiana de la habitación y todo sigue a oscuras, aunque por la tenue luz que entra por la puerta, diría que es tarde. Me despierta su respiración acelerada, igual que en Jennings. Me pongo en alerta enseguida y trato de despertarlo. Está sudando y murmura algo que no llego a entender.

Zarandeo su cuerpo y lo llamo, cada vez más alto. Sus ojos marrones se abren y Caleb coge una bocanada de aire y la suelta cuando se da cuenta de que lo que fuera que estaba soñando no era verdad. Yo le retiro unos mechones de pelo que se le pegan a la frente por el sudor y le pregunto:

—¿Estás bien?

Él traga saliva y cierra los ojos mientras vuelve a coger aire y soltarlo.

—Elena, tengo que contarte algo. No puedo... hacer esto sin que lo sepas.

Yo lo miro, sin saber qué decir. Creía que no quedaba nada más por decir. Nada más oculto. Ningún entresijo más. Aun así, me obligo a mantener la calma y asiento. Caleb se incorpora y yo lo imito.

—Cuando estuvimos en Jennings me preguntaste por mis ataques de ansiedad —recuerda. Yo asiento—. Estuve bastante tiempo yendo a terapia con mi psicóloga, Melody, pero dejé de ir cuando no veía ningún progreso. Al parecer, los ataques de ansiedad empezaron cuando Christian decidió trabajar con nosotros y creamos The First Wish. Por aquel entonces, yo tenía pareja. —Lo miro atentamente, a pesar de que quiero preguntarle mil cosas. Quiero que me lo cuente a su ritmo. Sin prisa—. Jack —dice con amargura. Se pasa una de sus manos por el pelo mientras busca las palabras adecuadas—. Nos conocimos en la calle. Todos los días nos cruzábamos en la misma esquina. Él salía de trabajar y yo salía del pequeño estudio que los chicos y yo alquilábamos para ensayar. Hasta que un día tropezamos y... Bueno, ambos nos sentíamos ridículamente atraídos el uno por el otro, así que después de poco tiempo, empezamos a salir. Por desgracia, me costó mucho darme cuenta de que Jack no era como yo pensaba. De que no se preocupaba por mí, sino que me quería solo para él. Pero eso cambió cuando tuve que ir a Londres con Christian y los chicos. Le pedí... Le pedí que me esperara. Que volvería. Sabía que Jack no estaba de acuerdo con el grupo de música. Él quería mi música solo para él. Me quería siempre a su lado. Y yo también a él, Elena. Pero cada vez me ahogaba más en aquel apartamento que alquilamos juntos y que estaba vacío cuando volví de Londres. Las guitarras que pude ir comprándome con mis ahorros estaban destrozadas cuando volví —murmura, pero su voz se rompe y sus ojos se cristalizan.

Siento que el mundo se viene abajo cuando lo rodeo con mis brazos y él se aferra a mí con mucha más fuerza.

—Tranquilo —susurro mientras le acaricio la espalda—. Tranquilo —repito, aunque ahora yo también tenga los ojos cristalizados.

Ver a Caleb en este estado es más de lo que puedo soportar. ¿En qué momento se puede llegar a ser tan cruel y ruin como para hacerle esto a alguien? No se lo merece. Nadie se merece pasar por esto.

Dejo que Caleb termine de desahogarse, y cuando noto que su cuerpo no tiembla tanto, me separo para poder mirarlo. Y entonces sé que su herida ya no es tan profunda como probablemente lo fuera hace tiempo. Que solo es superficial. Que acabará cicatrizando dentro de poco.

A veces solo necesitamos que el dolor salga de nosotros, de cualquier manera.

—Lo siento —susurra él, apartándose más de mí, pero yo niego con la cabeza y le cojo la mano.

—¿Por qué?

—No quería que me vieras en este estado.

—No eres más fuerte por guardártelo todo para ti.

Amor a media vozDonde viven las historias. Descúbrelo ahora