18| La nueva integrante

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Caleb

Las palabras de Elena siguen resonando en mi cabeza incluso un día después.

Intento no pensar en ellas mientras voy al estudio, por petición de Christian. Nos ha pedido que nos reuniéramos porque tiene algo importante que decirnos. A mí, siendo sincero, no me apetece tener que verlo, pero supongo que no me queda otra opción. He venido antes para poder estar con Elena, no os voy a engañar. Ella está detrás del mostrador cuando entro.

Está sentada, con un codo apoyado sobre el cristal y la barbilla sobre su mano. Está mirando algo en su portátil con tanto interés que ni siquiera se ha dado cuenta de que estoy aquí, así que me permito el lujo de mirarla sin moverme. Mueve los ojos de derecha a izquierda, así que está leyendo algo. Me aclaro la garganta al ver que sigue sin notar mi presencia. Ella da un respingo y baja la tapa del portátil por instinto.

—¿Cuánto tiempo llevas ahí? —pregunta.

—El suficiente como para darme cuenta de que estabas leyendo algo la mar de interesante —digo con voz cantarina.

Sé que le da vergüenza que leyera el libro que encontré en su habitación. Desde anoche no hemos vuelto a vernos, pero es como si un hilo nos uniera y estuviera demasiado tenso, como si nos hubiéramos alejado demasiado y estuviera a punto de romperse. No quiero que eso pase, así que lo que hago es volver a acercarme a ella para que el hilo vuelva a destensarse.

La única manera que se me ocurre de hacer eso es provocarla.

—Te odio —asegura mirándome a los ojos.

—Yo creo que no —digo acercándome al mostrador—. No recibí ninguna canción anoche.

Y creo saber por qué.

—No sabía que yo tuviera que ser la primera —se defiende.

—¿Quieres que sea yo quien empiece? —le pregunto.

Ella asiente tan levemente que creo que por un momento me lo he imaginado, pero cuando vuelve a abrir la pantalla de su portátil, cierra la ventana que tenía abierta y abre Spotify, sé que no lo he hecho. Tecleo rápidamente en el buscador I wanna be yours, de Artic Monkeys, y como Elena no se mueve, soy yo quien conecta los auriculares que hay encima del mostrador y le tiendo uno al mismo tiempo que yo me pongo el otro. Ella me imita y le doy a reproducir. La música no tarda en sonar.

I wanna be your vacuum cleaner

Breathing in your dust

I wanna be your Ford Cortina

I will never rust

If you like your coffee hot

Let me be your coffee pot

He escogido esta canción a posta. Sé que lo único que hago es ponerla más nerviosa mirándola a los ojos, pero quiero saber hasta dónde es capaz de llegar Elena en este juego. Ella me sostiene la mirada más tiempo del que yo había imaginado, aunque tiene la cara roja. Sé que la letra de la canción no le ayuda, menos aún cuando llega al estribillo y repite las mismas tres palabras hasta seis veces:

Maybe I just wanna be yours

I wanna be yours

I wanna be yours

Wanna be yours

Wanna be yours

Wanna be yours

Elena aprieta los labios, pero no aparta la mirada de la mía en ningún momento. En cambio, soy yo quien rompe el contacto para mirar esa parte de su cuerpo, como si ella también estuviera ya dentro del juego.

Amor a media vozDonde viven las historias. Descúbrelo ahora