Prólogo: El final

375 17 2
                                    

Solo dos días.

Habían pasado solo dos días desde que me fui a Londres. La prensa londinense esperaba con ansias la aparición de The First Wish, el grupo que recientemente se acababa de formar, y que, al parecer, estaba teniendo un éxito asombroso. Alexander, Ben y yo no habíamos hecho más que subir un par de vídeos a YouTube cuando Chris nos contactó.

Ni siquiera teníamos un nombre. Yo fui el primer miembro, quien decidió ir en busca de alguien más que se uniera a mí, aunque solo con el propósito de divertirnos. Jamás pensé que la música iba a convertirse en tanto. Por esa razón, tanto Alex como Ben me dejaron elegir el nombre del grupo. Me negué, pero ellos insistieron. Hicimos una conferencia en Londres, donde Christian, nuestro actual mánager, nos presentó al mundo, sin siquiera tener un nombre.

Les prometí que en cuanto volviéramos a América me encargaría del nombre. Jamás pensé que iba a encontrarlo tan pronto.

En Florida me dejé algo. Alguien, más bien. Hacía dos años que conocí a Jack para cuando me fui a Londres. Con su metro ochenta, su pelo castaño alborotado y sus ojos verdes, cada vez que me miraba, se me cortaba la respiración. No lo conocía de nada. Solo nos cruzábamos a veces, cuando terminábamos de ensayar en el estudio. No sabía de dónde venía. Si trabajaba o si solo era un estudiante. Lo único que sabía era que ciertos días, a cierta hora, nuestros caminos siempre se encontraban.

Admito haber terminado los ensayos, en ocasiones, mucho antes de lo que tocaba con tal de volver a verlo. De cruzarme con él en la misma esquina de siempre. Un día no pude escaquearme. Era lunes, y sabía que no volvería a toparme con él hasta el miércoles. Aun así, tuve que quedarme. Lo que debió ser un ensayo vespertino se convirtió en la grabación de un vídeo para YouTube que tuvimos que repetir una y otra vez.

Eran las diez de la noche cuando salí del estudio, suspirando y con la funda de la guitarra colgada de los hombros.

No sé decir si fue el destino o, simplemente, una casualidad. Al llegar a la esquina en la que solía ver a Jack, tropecé. Con él. Mi corazón se agitó alocado en mi pecho. Tenía sus ojos verdes a menos de medio metro. Si no hubiera sido por esa distracción, habría estado seguro de que sus ojos chispeaban al verme a mí también. Al final, deseché la idea. ¿Qué probabilidad había de que Jack me correspondiera? Era algo así como un amor platónico.

Al parecer, yo también era el suyo. Los encuentros con él fueron cada vez más frecuentes. Quedábamos cuando teníamos tiempo y hablábamos sobre trivialidades. Hasta que nos besamos. Creo que poco a poco acabamos cayendo el uno en el otro. Al principio pensé que esa atracción que sentía por Jack desaparecería. Que era solo momentáneo. Que solo estaba haciendo un amigo.

Mi corazón decía totalmente lo contrario, a pesar de que Jack no daba ninguna señal de querer... algo más. Pero, un día, nos besamos. Sin más. Y él parecía querer más. Jack siempre quiso más. Muchísimo más. Jack es de los que quiere consumirse en el fuego mientras las llamas bailan a su alrededor. Supongo que a mí me daba un poco de miedo el fuego. No lo sabía.

Me entregué a Jack. Con todo mi corazón. Y él se entregó a mí. Empleábamos todo el tiempo que podíamos en nosotros mismos. Nos veíamos todo lo que podíamos. Seguíamos cruzándonos en la misma esquina cuando yo terminaba de ensayar y cuando él terminaba su turno de noche en el trabajo.

Nueve meses después de estar saliendo, me pidió que nos fuéramos a vivir juntos. No supe qué responder en ese momento, pero dos días después, ante su insistencia, acepté. En el fondo, yo también quería dar ese paso. Vivir con él. Compartir la misma cama. La misma vida. Para aquel entonces, ambos nos queríamos. Muchísimo. A pesar de las pequeñas discusiones que teníamos.

Cuando por fin nos mudamos juntos, pensé que no podía llegar a ser más feliz. Despertar con Jack a mi lado era una sensación fascinante. A veces él hacía el desayuno. Otras veces, yo. Nos turnábamos y nos consentíamos el uno al otro. Yo le componía canciones. Le cantaba al oído antes de dormir, y cuando él me lo pedía, le tocaba la guitarra.

Una noche se enfadó porque llegué demasiado tarde del estudio. Había estado esperándome con la cena hecha. Cuando llegué, la mesa estaba puesta. Había dos copas y una botella de vino, los platos limpios y los cubiertos junto a estos. Un nudo se me hizo en el estómago. Me sentí mal. Le pedí perdón, pero él no me escuchó.

Era la primera vez que lo veía tan fuera de sí. Cogió los platos y los tiró al suelo, haciéndolos añicos. Con las copas, hizo lo mismo. Se fue de casa y no volvió hasta el día siguiente. Esa noche no dormí pensando que se había terminado. Que Jack se había cansado de mí y que no volvería. Cuando lo hizo, se disculpó. Lo perdoné y no volvimos a hablar del tema.

Las siguientes semanas fueron maravillosas. Todo parecía ir más que bien con Jack, y Chris se puso en contacto con nosotros para esa conferencia en Londres. Le di la noticia a Jack, pero no parecía muy contento, a pesar de que insistió en que aceptara. Jamás se me había presentado una oportunidad como aquella, así que acepté, por supuesto.

Cuanto más se acercaba la fecha, más tenso se volvía el ambiente. No quería irme y dejar a Jack en Florida, pero tenía que hacerlo. Me pasé todos y cada uno de los días consintiéndolo. Haciéndole ver que solo serían dos días y estaría de vuelta con él, pero Jack no parecía muy convencido. Supuse que estaba dolido porque hubiera tomado esa decisión al final, y me propuse hacerle cambiar de parecer, pero no resultó.

Pocos días antes del viaje, me pidió que no me fuera. Que me quería y me necesitaba allí. Yo también lo necesitaba. Y lo quería. Lo quería muchísimo, joder. Estuve tentado de llamar a Chris y cancelarlo. Llegué a tener su contacto en la pantalla del teléfono. Darle al botón de llamar fue lo único que me faltó. No fui capaz de hacerlo. No podía hacerles eso a Ben y Alexander.

Jack pensó que le estaba gastando una broma cuando le dije que mi decisión estaba tomada. Iría a Londres. Formaría un grupo. Haría música.

Le pedí que me esperara dos días. Dos malditos días. Me lo prometió.

Cuando volví, no había rastro de Jack. El resto es historia. Una que no quiero recordar.

Esa misma noche encontré un nombre para el grupo: The First Wish. Mientras cambiaba el nombre del grupo de WhatsApp con Ben y Alex, me hice una promesa: nunca más.


¿Opiniones sobre Caleb? ¿Sobre el prólogo en general?

No olvidéis seguirme en Instagram (@ geema_ruubia) y Twitter (@ GemaJurado_)

Recordad que tenéis actualización cada viernes💗

Amor a media vozDonde viven las historias. Descúbrelo ahora