21| Confusión

140 11 0
                                    

Caleb

Hace rato que dejé de prestarle atención a Roxie.

Para ser sincero, creo que no le he prestado atención en ningún momento, y sé que debería sentirme culpable por ello, pero no lo hago. Sigo pensando que ha ocurrido algo con Elena. ¿Por qué me ha ignorado en la cafetería? ¿Por qué tenía esa mirada cuando ha pasado por la sala de grabación? ¿Por qué me estoy preocupando siquiera? No debería hacerlo.

Roxie está escribiendo algo en su cuaderno y yo sigo tocando algunos acordes con Hester. Justo cuando toco uno, ella se da la vuelta sonriendo y con los ojos muy abiertos.

—Vuelve a tocarlo —me pide entusiasmada. Me cuesta reaccionar unos cuantos segundos, pero lo hago. Rasgueo las cuerdas de Hester para obtener una base con ese acorde—. Creo que podemos empezar por ahí —dice.

Yo asiento e intento sonreír, pero creo que no me sale. Roxie suspira al darse cuenta.

—Oye, siento si te he incomodado con... lo de antes. Sobre Elena. No quería molestarte.

Yo no respondo. Lo único que hago es mirar el reloj, que justo ahora marca las diez menos cuarto.

Hora de cerrar. Y de irme a averiguar qué le pasa a Elena.

—No pasa nada —digo levantándome del sofá y guardando a Hester en su funda—. Tú también deberías recoger. Elena tiene que estar a punto de cerrar el estudio —es lo único que digo antes de salir de la sala de grabación.

Cuando llego al mostrador, Elena también está recogiendo sus cosas. Me mira de soslayo para comprobar que soy yo y siento alivio porque al menos no me ha pedido que me vaya sin ella. Segundos después, la figura de Roxie aparece junto a mí.

—¿Te importa llevarme a casa? —me pregunta.

Me quedo muy quieto, sin saber qué hacer. Mi primer instinto es decir que no o decirle que es mejor que coja un taxi, pero al final no hago ninguna de las dos cosas.

—Sí, claro —respondo.

Pero no es eso lo que quiero hacer.

—¡Genial! ¿Vamos?

—Estoy esperando...

—No hace falta que me esperes —me corta Elena—. Todavía no son las diez, así que tendré que quedarme aquí un poco más.

—No voy a irme...

—Puedo ir yo sola a casa, Caleb —dice, esta vez alzando la mirada hasta la mía.

Y, aunque no dice nada con un tono borde o cortante, siento un tirón en el estómago que no me deja tranquilo. Como si mi propio cuerpo no soportara estar así con Elena. Como si sintiera que una brecha se está abriendo entre nosotros, distanciándonos. Me niego a reconocerlo, pero yo también lo siento.

Y me da un miedo de cojones.

—Voy a llevar a Roxie. Estaré aquí antes de que te vayas. Espérame —le digo, y sin más, salgo del local, a sabiendas de que no ha hecho falta hacerle ninguna señal a Roxie para que me siga.

Esta vez no preciso de cochero, ya que encontré aparcamiento justo en la acera de enfrente. Cruzamos la calle y subimos. Pongo el coche en marcha. No enciendo la radio. No hay olor a flores. Sigo las indicaciones de Roxie hasta que reconozco el lugar en el que nos encontramos. Es una zona residencial bastante lujosa. Sigo recto, en silencio. Agarrando el volante tan fuerte que noto mis manos durmiéndose. Paro el motor justo en la puerta de su casa, pero ella no se baja. No hace ningún movimiento, de hecho. Pero creo que solo mi mente es consciente de ello. Yo estoy en otro lugar.

Amor a media vozDonde viven las historias. Descúbrelo ahora