8| Tiempo juntos

151 15 3
                                    

Caleb

La última vez que alguien me hizo una promesa fue Jack.

Me prometió que me esperaría hasta que volviera de Londres, pero no lo hizo. También me prometió que cambiaría. Que no volvería a enfadarse conmigo por tonterías. Nunca pasó. Cada vez que salía con Ben o Alexander, me castigaba con su indiferencia. No me hablaba. No me avisaba cuando se iba. Tardaba días en volver a casa.

Cuando lo hacía, actuaba como si no hubiera pasado nada, dejándome descolocado. A veces me pedía perdón. Y volvía a prometerme que cambiaría. Pero nunca lo hacía. Era un círculo vicioso que no paraba de repetirse eternamente. A veces pensaba que nunca conseguiría salir de ahí; en mi defensa diré que es muy difícil escapar de un agujero negro cuando no sabes que estás dentro.

Desarrollas una dependencia emocional que luego se convierte en... nada. No sabes vivir sin esa persona, por muy mal que te trate. Y eso es lo más complicado. El no poder alejarte, aun sabiendo que volverá a hacerte daño. Porque te hace sentir, durante todo el tiempo, que nadie va a quererte. Que solo él puede hacerlo. Y te lo crees. Estás tan dentro que te lo crees.

Y yo me lo creí. Joder que si me lo creí... Sigo creyéndomelo a día de hoy. Su voz resuena por todos lados.

Mi relación con Jack fue complicada. Fue, en teoría, lo que hoy llaman «relación tóxica». A mí me gusta más pensar en ello como si fuera un agujero negro. Al principio solo ves que algo se acerca a ti a lo lejos. No sabes cuáles son las dimensiones. No sabes qué te vas a encontrar cuando finalmente lo tengas justo delante de ti. Sientes una leve atracción que te hace moverte en su dirección, poco a poco. No sabes adónde vas, pero sí que esa atracción es agradable. Te dejas arrastrar muy poco a poco, y, aunque tienes la oportunidad de apartarte de su trayectoria, no lo haces.

Hasta que llegas al final y te encuentras con la oscuridad rodeándote por todos lados. Hasta que es imposible evitar su trayectoria. Imposible de escapar.

En mi caso, fui expulsado por el propio agujero negro de su trayectoria, así que nunca llegué a saber lo que pasó con él.

Hasta hoy.

Hace tiempo que dejé de pensar en volver a encontrarme con sus ojos verdes. Con su pelo castaño. Admito que, al principio, después de que desapareciera, tenía la esperanza de volver a encontrármelo. Pero con el paso del tiempo, eso cambió. Supongo que uno acaba acostumbrándose al abandono, de una forma u otra.

—¿Caleb?

Me quedo congelado cuando escucho su voz. Se me olvida qué es lo que estaba haciendo o adónde iba. No respondo. Lo único que hago es mirarlo, como si no me creyera que de verdad lo tuviera justo delante, a solo unos pasos de distancia. Noto que el corazón me golpea con fuerza en el pecho. Siento su latido en los oídos, dejándome totalmente sordo. No oigo nada, solo los latidos de mi corazón. Salgo corriendo, pero no dejo de escuchar la voz de Jack pidiéndome que lo espere. Pero él no me esperó. De repente, dejo de escuchar a mi corazón y solo escucho en mi mente la voz de Jack echándome la culpa.

Me quedo sin respiración. Intento respirar, pero el oxígeno no me entra en los pulmones. Vuelvo a intentarlo, sin éxito.

No

puedo

respirar.

Empiezo a verlo todo negro, y de repente...

Abro los ojos. Al principio solo veo motas de colores. Mientras se me aclara la vista, lo único de lo que soy consciente es de que estoy hiperventilando y me ahogo. Es como si la garganta se me cerrara y solo entrara el aire imprescindible para no morir. Intento moverme, pero es inútil. Vuelvo a cerrar los ojos e intento contar hasta diez.

Amor a media vozDonde viven las historias. Descúbrelo ahora