14| El libro

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Caleb

La luz entra por la ventana y me despierta. Necesito un par de segundos, aún con los ojos cerrados, para darme cuenta de que no estoy en mi casa. El olor de Elena está por todos lados y creo que al final acabaré volviéndome loco. Cuando abro los ojos, me tenso.

No sé en qué momento de la noche hemos acabado en esta posición, pero Elena está totalmente acurrucada contra mi cuerpo, tumbada de medio lado y apoyando la cabeza en mi pecho. Su respiración me provoca un estremecimiento por toda la columna vertebral. Mi brazo está bajo su cuello, rodeándole los hombros. Aprovecho que está dormida para mirarla con detenimiento: tiene la expresión relajada y un mechón de pelo le cruza la cara. Con la mano que tengo libre, se lo aparto, dejando a la vista sus largas pestañas.

Y es ahora cuando recuerdo lo que pasó anoche. Me dio un puto ataque de ansiedad. Con Elena. Ahora ya lo sabe y tengo miedo. No quiero que sea como los demás. No quiero que de repente su comportamiento cambie porque sabe lo que me pasa. No quiero que piense que es mejor no contarme ciertas cosas porque ya tengo suficiente con lo mío.

Pude haberle mentido. Pude haberle dicho que solo había sido una pesadilla. Pero no pude. Vi lo asustada que estaba y algo se me removió dentro. Aun así, no se lo conté todo. Puedo soportar que sepa lo de mis ataques de ansiedad. Puedo soportar que quiera... cuidarme. Pero no puedo contarle lo que pasó con Jack. Por mi bien. Recordar solo me hace daño...

Dejo de pensar cuando Elena frunce el ceño y se frota los ojos. Cuando los abre, tarda unos segundos en darse cuenta de que está prácticamente sobre mí. Ella baja la vista, y es entonces cuando nos ve. Se incorpora con rapidez, dejándome frío.

—Lo siento...

Yo suspiro.

—La próxima vez que vuelvas a disculparte, Elena, voy a besarte.

—Lo siento —repite, pero creo que no es consciente de que acaba de volver a decirlo.

—Si querías que te besara, solo tenías que decirlo.

Elena se pone roja.

—N-No es eso. Yo... Me sale solo. Es a lo que estoy acostumbrada.

Aprieto los labios.

—Ha sido Logan, ¿no? —Sé que estoy en lo cierto cuando su cuerpo se tensa.

—¿Qué?

—Ha sido él quien te ha hecho esto.

—No sé de qué...

—Ayer mencionaste su nombre después de disculparte —la interrumpo—. No quise escucharte porque creo que no estoy preparado para saber hasta dónde llegó contigo, Elena.

—Mejor. —Noto el cambio brusco en su voz. Se ha vuelto más distante y frágil—. Yo tampoco estoy preparada para recordarlo.

Siento una punzada de culpabilidad. Todo esto sería más fácil si pudiera explicarle que sé exactamente por lo que está pasando. Hace un mes que lo dejó con Logan. Yo ya pasé por eso hace poco menos de un año. Reconozco todas las señales que Elena me brinda, pero soy incapaz de contarle lo que pasó con Jack.

Ella sale de la cama y busca algo en el armario.

—Elena —la llamo, pero ella no me responde. Me incorporo y me siento en el borde del colchón. Saca algo del armario (no me fijo en lo que es) y va hasta la puerta—. Elena, esper...

Elena se va, dejándome con la palabra en la boca. Cierro los ojos y cojo una bocanada de aire. Soy gilipollas.

Cojo lo primero que pillo de mi maleta y me visto a toda velocidad. Cuando salgo de la habitación, veo a la hermana de Elena. Ella se pone roja al verme. En algo tienen que parecerse.

Amor a media vozDonde viven las historias. Descúbrelo ahora