Leonardo
Tuve casi dos semanas de viaje, dos putas semanas en reuniones, lleno de papeles, aguantar a viejos amargados y vigilando todo en la empresa para que este todo perfecto.
Hoy regresé a Roma, solo pude ir a casa a dejar mi maleta y darme una larga ducha para así ir a la constructora. No puedo dejar mucho tiempo esta empresa, mis padres están de viaje y Camillo, Amos y yo somos los encargados de las tres empresas.
La puerta de mi oficina se abre dejando ver a mis hermanos entrar —Leo ¿Cómo te fue en el viaje?— Pregunta Camillo mientras choca los puños conmigo, Amos hace lo mismo.
—De la puta madre, me siento cansado— Me recargo en mi silla —Me saca de quicio cuando la gente no sabe hacer su puto trabajo—
—Así de mal era el problema que no podían resolverlo— Amos se recarga en mi escritorio —No nosotros también hemos estado llenos de trabajo en estos días—
—¿Cómo están los chicos?—
—Bien, son unos de los mejores en las clases, ya sabes lo normal— Camillo se sienta en unos de los sofás —Oscar a estado de nuevo en esas carreras ilegales y últimamente ha estado más rebelde de lo normal—
Levanto una ceja al escuchar eso —¿Sucedió algo con él?—
Amos suspira —Tuvimos una discusión hace una semana, lo reprendí por esas carreras— Cruza sus brazos —Pero ya sabes cómo es el, tan rebelde e incontrolable, como tú—
Bufo rodando los ojos —Dile eso a nuestro padre, por el somos así y ustedes no se quedan atrás—
Camillo ríe —Oscar y tu son los peores, Marius y yo somos los más pacíficos— Se levanta —Vamos a comer algo ¿Qué tal si vamos a la cafetería?—
—Suena bien, tengo ganas de un espresso— Amos acomoda las mangas de su camisa.
Salimos de la empresa, cada quien se fue en su auto y nos estacionamos en el estacionamiento de la cafetería. Al entrar el lugar vimos que no hay mucha gente como de costumbre, solo algunas mesas ocupadas y los meseros sentados esperando clientes.
Pero una chica llamo mi atención cuando dirigió su mirada a nosotros —Bienvenidos— Se levanta del taburete.
La chica es hermosa, sus ojos miel son brillantes y grandes, su color de piel es muy llamativo y su cabello de un tono chocolate.
Miro de reojo a mis hermanos y ellos la miran igual como yo lo hice hace un momento. Sin decir nada caminamos a nuestra mesa, pasos se escucharon y de seguro es la chica para tomar la orden.
Al sentarnos miramos a la chica que nos mira con curiosidad y soltó una pequeña risita viéndola muy tierna —¿Qué les gustaría ordenar?- Lleva su mirada a la libreta en sus manos.
—Quiero un cheesecake y un espresso— Ordena Amos sin dejar de mirarla.
—Yo quiero un tiramisu y un affogato— Pide Camillo con voz tranquila.
—Yo quiero un café hawaiano y un pastel de limón— Mi voz sonó firme, como siempre diría mis hermanos.
—Bien, ya le traigo sus pedidos— Nos da una sonrisa donde sus ojos se cierran y luego se va.
—Es muy hermosa— Miramos a Amos, este se acomoda en su lugar.
—Lo es— Tanto Camillo como yo lo dijimos al mismo tiempo.
A los pocos minutos la mesera regresa con nuestros pedidos, dejándolo al frente de nosotros en la mesa. Nos da una mirada con cierta diversión en ella y luego se retira. Duramos nuestro tiempo en disgustar nuestros pedidos, hablábamos entre nosotros sobre las empresas o como les han ido a los chicos con sus estudios, pero unas manos empezaron dejar diferentes cafés y postres en nuestra mesa.
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Mujer De Los Martileni
De TodoSofia Curuso llega a Italia para hacer una nueva vida en aquel hermoso país. Lo que no se esperará es conocer a un grupo de hermanos, siendo estos los mas populares de la universidad y también los más adinerados del país. Con esos hermanos ella con...