Sofia
Al abrir los ojos lo primero que veo es la ancha espalda de Oscar, pude apreciar lo grande que es el cuerpo de mi Oscar y luego me volteé un poco al ver a Marius pegado a mi como yo estoy con Oscar. Me siento tan pequeña en el medio de ellos. Marius tenía un brazo bajo mi cabeza haciéndola como almohada para mí, y con su otro brazo me aprieta a su cuerpo, su cabeza está encima de la mía con su respiración calmada. Oscar me sujeta el brazo que tengo sobre él y mis piernas están enredadas con las suyas.
Trato de no reír, me da mucha gracia lo diferente que es despertar con ellos que cuando desperté con Marko y Samuel, los menores duermen tan mal que amanecimos con dolores en el cuerpo.
Me libero de su agarre para bajar con cuidado de la cama sin que ellos se despierten, voy al baño a hacer mis necesidades, cepillarme los dientes y darme una ducha rápida.
Sonrió al ver una sudadera de Marius en el lavamanos, seguro lo planeo para que me lo pusiera en este día —Umm me gusta— Digo al oler el perfume de Marius en la sudadera, me dio una vista al espejo y salgo con cuidado encontrándome a Marius sentado en la cama con una sonrisa —Buenos días—
Me hace una señal para que me acercara —Buenos días— Agarra mi mano al tenerme cerca para ponerme en sus piernas —¿Dormiste bien?—
—Muy bien, mejor que ayer de hecho— Rio un poco para no despertar a Oscar —¿Y tú dormiste bien?—
—Mejor que nunca— Deja un casto beso en mis labios.
—Iré a hacer el desayuno, por lo que se hoy y mañana es los días libre de su Nana— Marius asiente.
—De seguro te encontrarás a Marko— Besa mi mejilla para así levantarme de sus piernas —Iré a prepararme—
Le sonrió para darle un último beso, salgo de la habitación para ir hacia la cocina, está aún está vacía por lo que Marko aun anda durmiendo. Nana ya me había enseñado donde se encuentran las cosas así que busco lo necesario y empiezo mi labor, corto fruta y hago mezcla para los waffles, me toca preparar mucha cantidad porque he visto que los chicos comen como gordos.
Por eso están tan grandes y ricos.
Ay dios.
Rio por mi pensamiento y niego varias veces tratando de no pensar en esas cosas en estos momentos, si bien las noches que he tenido en esta casa han sido geniales, los chicos me han hecho cosas que nunca en mi vida he experimentado y no sé cómo sentirme al respecto.
No sé si me siento bien conmigo misma por tener la atención de siete hombres, o como una mujer cualquiera, como una mujerzuela o como un juguete que solo jugaran por un tiempo con él. Sé que no debo pensar así de ellos o de mí, pero mis inseguridades me están comiendo y no sé cómo pararlo.
—Sofia— Me da escalofríos al escuchar la firme voz de Leonardo atrás de mí.
Me volteo —Buenos días— Veo que esta vestido con ropa deportiva —¿Hacías ejercicio?—
El asiente y me hace una señal de que me acerque, obedezco y sin importarme que este sudado lo abrazo —Estoy sudado, nena—
—No me importa— Sonrió y me apego más a el —Ya el desayuno está casi listo, debes tener hambre—
—Mucha— Pone sus grandes manos en mis caderas —Iré a darme una ducha y bajo, Amos fue hacerlo hace unos minutos—
—Bueno cuando bajen ya estará todo listo— Me pongo de puntitas para besar su mejilla.
Leonardo me da un beso en la frente para así irse a su habitación, voy de regreso a terminar el desayuno y luego siento unos brazos rodearme y un fuerte pecho en mi espalda.
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Mujer De Los Martileni
RandomSofia Curuso llega a Italia para hacer una nueva vida en aquel hermoso país. Lo que no se esperará es conocer a un grupo de hermanos, siendo estos los mas populares de la universidad y también los más adinerados del país. Con esos hermanos ella con...