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Sofia

Ya estamos de regreso a la gran casa de los hermanos Martileni, Nana me informo que Samuel se encuentra mejor, se tomó su té y comió todo su caldo sin hacer berrinche porque si no lo iba a acusar conmigo, reí mucho por eso.

Me encuentro acomodando su cuarto que esta echo un desorden, si bien el día de ayer acomode un poco hoy lo termine de hacer, Samuel es todo un desordenado.

—Listo nena— Samuel sale del baño y mira todo su cuarto —Joder ¿Este es mi cuarto?—

—Al parecer si— Limpio su zona tecnológica donde el pasa la mayor parte del día jugando en sus impresionantes maquinas.

—Nunca la había visto tan limpia— Ríe y va a su cama —Pero no debiste porque hacerlo nena, no es tu deber—

—Lo es— Muerdo mi labio por lo que dije.

Tonta, aun no somos ni novios para decir eso.

—Digo, odio el desorden— Termino de limpiar y voy con él.

El me mira con una ceja levanta —Eso lo sé— Hace que me siente en sus piernas.

Veo su cuerpo, solo traía unos pantalones de chándal y sin camisa —Y parece ser que no eres el único desordenado, acomode y limpie las habitaciones de Marko, Oscar y Amos—

Samuel ríe —Bueno somos hermanos—

Niego varias veces —¿Entonces para qué tienen empleados de limpiezas si van a tener sus habitaciones de esta manera?—

—Sabes algo nena, nunca hemos traído una chica a nuestra casa, eres la primera y la única que ha entrado a nuestras habitaciones—

—¿En serio?— Digo sorprendida.

—En serio— Besa mi mejilla —Eres la primera en hacerlo, así que por eso los chicos y yo no dejamos que nadie entre a nuestras habitaciones—

—Igual, aun siendo así deben de limpiar sus cuevas— El ríe ante mi comparación —Es cierto Samuel Martileni— Cruzo mis brazos tratando de verme molesta.

—Aah es muy agotador limpiar— Pone su rostro en mi cuello.

—Pero es mejor que tener la habitación de esa manera tan desordenada— Acarició su cabello húmedo.

Respira relajado por mis caricias, el sonido de la puerta hace que miráramos hacia ella y ahí esta Camillo entrando a la habitación —Joder, ahora sí parece una habitación digna para dormir—

Rio —Bienvenido— El me mira desconcentrado por mi palabra, pero luego sonrió. Me levanto para ir con él y darle un beso en la mejilla.

—Hola hermosa— Besa mi frente y él va con su hermano —¿Cómo has estado?— Le pregunta.

—Muy bien, Nana no dejaba de vigilarme parece que alguien le ordeno que lo hiciera— Me mira con burla y yo solo le saco la lengua para ir con Camillo a quitarle su saco, el ante mi acción se sorprendió, pero luego dejo que lo hiciera.

Si, ya saben muy anticuado y atento de mi parte, pero culpen a mis abuelas.

Ellos me miran con adoración, creo que nadie le había dado tanta atención como lo estoy haciendo yo —Lo siento, se me hace muy difícil no hacer estas cosas— Digo apenada.

—No es eso, linda— Camillo levanta mi barbilla para que lo mire —Sino que nadie nos ha hecho esto, las única que lo hicieron fueron nuestras madres y eso ya fue hace mucho tiempo—

—Ya veo... Pero si no les gusta tratare de no hacerlo y... — Samuel me interrumpe.

—Nos gusta, nos gusta como no tienes ideas— Me sonríe para que me calmara —Así que no te preocupes, si es algo que te sale del corazón y te hace sentir bien, entonces nos gusta aún más—

Mujer De Los MartileniDonde viven las historias. Descúbrelo ahora