Aemond Targaryen

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—Su esposo, el príncipe Aemond. —anunció un guardia.

—Sólo tengo un esposo. —murmuró siguiendo su lectura.

—Son para ti. —murmuró dejando un ramo de flores cerca de la cama.

—Gracias, pero soy alérgica.

—¿Qué? Pero sí madre y Helaena me dijeron que no.

—¿Yendo con tu mami por consejos matrimoniales?

—Aérea. —suspiró esté sentándose en la cama de la peliblanca. —no te he tocado desde la noche en la que nos casamos.

—¿Y eso es un problema?

—Necesitamos seguir la sangre valyria, es nuestro deber.

—Sé que lo es, no deseo que me toques es todo.

—¿No quieres qué te toqué? —Aemond parecía sorprendido.

—No deseo morir en una cama de partos, no quiero correr el destino de mi abuela ni de mi tía.

—No pasará, créeme.

—Las mujeres que han sido tocadas por hombres Targaryen nunca quedan bien.

—Eso no pasará, mira a Helaena.

—¿Helaena? ¿La misma Helaena qué dio a luz a sus catorce? No me interesa continuar con la sangre valyria, hay muchos descendientes.

—Pero necesitamos más.

—¿Para qué más? —murmuró. —no necesitamos traer niños a esté mundo cruel.

—Serían príncipes.

—Eso sólo lo hace sonar peor, al ser príncipes sí quieren dañarnos a mí o a ti los usarán a ellos.

—Nadie dañará a nuestros hijos, puedo jurarlo. —murmuró intentando atraer a la peliblanca a su cadera, sin embargo lo único que recibió fue su rechazo.

Dolido y con el ego notablemente dañado salió de los aposentos de su esposa, algo que nadie en el Castillo entendía sin embargo nadie juzgaba era el porqué dormían en aposentos separados.

—¿Y tú esposa no va a venir? —Aegon rió. —¿Tan siquiera te quiere? —dijo y Aemond bajó la mirada.

—Aegon basta. —gruñó Alicent. —¿Aérea no se siente bien?

—Está leyendo, no le gusta que la interrumpan.

—¿Por qué la elegiste a ella? —Aegon preguntó. —sí hubiese sido otra estaría encinta desde hace meses.

—Porqué la amo. ¿Entiendes eso?

—Sí tanto la amas. ¿Por qué aún no está encinta?

—¿A ti qué mierda te importa? —gruñó levantándose de su silla.

—Sólo digo, la amas pero no la complaces.

—¿Y tú a Helaena sí? Sólo la buscas cuando estás ebrio.

—Pero al menos es la madre de mis hijos, tú ni eso, dudo que Aérea lo llegué a ser, es posible que se embarace más rápido de mí que de ti.

—¿Has intentado ponerle una mano encima a mi esposa?

—¡Aemond suéltalo! —gritó Alicent. —tiene que haber una buena explicación para esto.

—No he intentado hacerlo, pero sí tú no la complaces, buscará a otro.

—Aérea no buscará a otro.

—Entonces. ¿Ya consumaron su matrimonio? ¿O todavía no? ¿Qué excusas te ha dado? ¿Estoy sangrando? ¿No quiero? —Aegon rió. —eres el segundo hijo.

HOTD OSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora