TWO✿

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Hola! No me aguante y subí este capítulo trataré de subir uno diario.

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                                   TWO

Pasó una semana. Después, la siguiente, y entonces me encontré a mi mismo fantaseando con Mr. Mafia a la menor ocasión. Mayormente por las noches, cuando el porno reproducido en mi enorme televisión de plasma no conseguía ponerme ni la decima parte que la idea de que el capo llegara para soltarme algunas mierdas en italiano mientras me ponía de rodillas.

Por supuesto, en mis fantasías todo era maravilloso, terriblemente excitante y divertido; pero todavía recordaba, cada vez más vagamente, esa sensación de nervios y angustia que me había producido. El deseo estaba ahí, pero acompañado de una latente preocupación.

—¿Estás bien, cariño? Te noto distraído últimamente —me llegó a preguntar mi madre en una de nuestras comidas de los sabados, donde siempre tomábamos un café con vistas al jardín mientras ella fumaba.

—Sí, son solo... tonterías.

Ella arqueó sus cejas finas y rubias y una leve sonrisa se extendió por sus labios recién operados.

—¿Tonterías que tienen músculos y polla? —preguntó.

—Mamá... —murmuré, negando con la cabeza mientras me llevaba la taza a los labios.

—¿Es un ateo o le conozco? —insistió sin perder la sonrisa.

Mi madre y su increíble creencia de que conocía a todos los ateos  de Seúl y, probablemente, Corea. La quería muchísimo, pero a veces era como ver a un cliché de madre religiosa, solo que súper operada y con un psicótico miedo a envejecer en la tierra de las estrellas de cine y los modelos.

—¿Importa si es ateo? —pregunté, aunque sabía cuál era la respuesta.

—Los ateos son para divertirse, los budistas son para casarse.

—Sí, mamá, el día que encuentre a un gay budista de buena familia, le llevaré directo a la sinagoga. Oh, no, espera...

Mi madre puso los ojos en blanco y apretó sus labios demasiado llenos.

—Esto es Corea, cariño. Al monje no se le van a caer los anillos por ver a dos gays. No si quiere que tu padre le deje de financiar su chalé en Busan... 

Era sorprendente pero, muchas veces, los comentarios más crueles hacia los budistas, los oía de los propios religiosos. Éramos una comunidad compleja...

De todas formas, aquella misma noche, en mi casa en la colina con piscina y vistas al valle, me quedé mirando las estrellas y pensando en lo que mi madre me había dicho. No sobre esa gilipollez de si era ateo*, sino sobre lo de «divertirse». Mis padres no eran ningunos santos; cada uno de ellos se había divorciado al menos dos veces y mi padre iba por la cuarta novia con menos de treinta años. Yo era el único aburrido de la familia.

Grazie, Amore.(Jikook)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora