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Ya se ha instalado la familia en la mansión? —me preguntó Lisa mientras dejaba el envase plástico con una ensalada cesar sobre mi escritorio. 

—¿Ahora quieres que te hable de eso? —pregunté con un tono algo remilgado—. Creía que estabas harta de oírme... 

—Pff... —puso los ojos en blanco y se pasó una mano por su melena trenzada al más estilo jamaicano—. Ahora que has empezado, tengo curiosidad por cómo va a terminar. Mal, obvio, pero ¿cómo de mal?

—Ahm... —murmuré, viendo cómo movía la silla frente a mi mesa para sentarse con su propia ensalada.

Hacía un par de días que no le contaba nada de Mr. Mafia. Me ceñía a las conversaciones de antes: trabajo o quejas sobre mi madre. Lisa había aguantado bien, pero, finalmente, había cedido a su necesidad de cotilleos. 

—Pues todavía no se han mudado que yo sepa —continué, abriendo mi envase y clavando el tenedor en un tomate cherry—. He ido varias veces a la casa y seguía como siempre. Un vaso y un plato en el fregadero, solo la ropa de mi potro italiano y ninguna otra cama deshecha. Ayer puse un papel bajo la almohada de una de las habitaciones de invitados para saber si alguien la usaba. 

Lisa se quedó mirándome un momento antes de llevarse un trozo de lechuga a los labios y masticar. 

—Estás enfermo —me dijo. 

—Es solo curiosidad —me defendí, como si no fuera para tanto. 

—Pero sí es raro —confirmó, frunciendo levemente el ceño—. Oye, Jungkook, ¿estás seguro de que lo del incendio fue verdad?

Dejé el tenedor a medio camino entre el envase y mi boca y la miré.

—¿Qué?

—Que si estás seguro de que sea verdad.

—¿A qué te refieres? 

—Me refiero a que no te mintiera para tener una casa con piscina que disfrutar lejos de su familia. 

—¿Y dices que yo soy el enfermo por poner un papel bajo una almohada? —la acusé—. Eso sí es retorcido, Lisa. 

Ella se encogió de hombros, casi igual que yo había hecho antes. 

—¿Has visto el edificio en llamas, has buscado en internet si algo se había quemado? Porque todo lo que sabemos es que él te llamó, te dijo que lo «había perdido todo» y que ahora tiene una mansión en Seul y montones de ropa nueva...   

Mantuve el ceño fruncido y me metí otro bocado de ensalada en la boca. No me gustaba a dónde estaba llevando Lisa aquello, pero no podía decir que sonara del todo disparatado. 

—No sé, cuando le miré en ese bar de Chinatown, parecía mal de verdad.

—Claro que parecía mal, se habría echado un poco de colirio en los ojos.

—Así que crees que me ha mentido para... tener un pisito de soltero con piscina y ropa nueva.

—No, no un «pisito». Una mansión en Itaewon, Jun.

—Sin su familia.

—Sin su familia —asintió.

—Pero él ama a su familia. 

—Yo también quiero mucho a mi familia, pero tengo mi propia casa a la que huir cuando se ponen insoportables. ¿Tan raro te parece que un machito coreano-Italiano quiera tener un lugar al que escapar de sus insoportables hijos y su mujer? Una... «Guarida de lobo solitario».

—Pero duerme allí, de eso sí estoy seguro. 

—¿Y qué? Puede que les diga que está de viaje por trabajo. 

Grazie, Amore.(Jikook)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora