Capo, ¿has visto mi camisa de Louis Vuitton? —le pregunté mientras me dirigía al vestidor—. La de la temporada pasada. Creo que me la dejé en tu casa.
—Sì, cucciolo, está colgada —respondió él frente al espejo de cuerpo entero, donde repasaba su imagen perfecta.
Mr. Mafia ya estaba vestido, porque, después de darme bien de cazzo al despertar, se había ido directo a la ducha mientras yo trataba de recuperar el aliento y volver a ser persona.
—¿Dónde? —insistí, moviendo los percheros repletos de su ropa. Al parecer, dos meses daban para comprar muchísimas camisas de marca y llenar toda la hilera del ropero.
Mr. Mafia terminó de decidir que era mejor desabotonarse un poco más la camisa y enseñar el inicio de su abdomen y gran parte de su pecho perfecto, así como los muchos collares de oro de ley que ahora acompañaban a la cruz cristiana. En serio, solo él podía hacer sexy esa estética de mafioso italiano.
—Ecco, Kookie —murmuró, acercándose para señalar un extremo del ropero—. En tu parte del armario.
Sin buscar demasiado, encontró la percha con la camisa y me la entregó. Yo arqueé las cejas y farfullé un leve «grazie, amore» antes de ponérmela.
—¿Desde cuándo tengo «mi parte del armario»? —pregunté, mirando esa sección a un lado que, en efecto, tenía varias de mis camisas y pantalones.
—Desde siempre, cuccolino —respondió él, yendo ya hacia el cajón-expositor en el que guardaba sus relojes de marca. El Van Phersen de treinta mil dólares que ya tenía en la muñeca no parecía convencerle—. Qué te creías que hacía con la ropa que dejas tirada en mi habitación, o en el salón, o en la piscina...
—El que me arranca la ropa y la deja tirada, eres tú, Capo —le aseguré con una expresión un tanto orgullosa. Lo decía como si aquello fuera culpa mía, y no lo era.
Il mio Capo sonrió un poco y me miró a través del espejo que había sobre el expositor de relojes.
—Cosa posso dire? Ho il ragazzo più bello del mondo e mi piace renderlo felice...
Puse los ojos en blanco y después terminé de abotonarme la camisa mientras negaba con la cabeza. Mr. Mafia no se cortaba un pelo en usar todo su encanto coreano- italiano para salirse con la suya; luchar era solo una pérdida de tiempo.
—¿Ya estás listo? No quiero llegar tarde.
Él asintió, eligiendo un Rolex de oro rosa para ponerse en la muñeca antes de acompañarme a la habitación y, de allí, al pasillo. Revisé el móvil y me aseguré de que tuviéramos tiempo de sobra para llegar a la fiesta de cumpleaños de mi padre sin toparnos con el tapón de coches a la entrada del Club de Golf. Al parecer, su novia Pamela no se había cortado demasiado con la lista de invitados: actores, políticos, empresarios... Iba a ser todo un show.
—Calmati, cucciolo, andrà tutto bene —me dijo el Capo cuando llegamos, consciente de que yo estaba bloqueado en ese estado entre la incomodidad y la exasperación.
Le tiró las llaves del Masseratti al aparcacoches y me rodeó los hombros con un brazo para darme un beso en la mejilla y comenzar nuestro camino al interior.
—Nos tomaremos una copa con tu padre, comeremos y bailaremos un poco. Será divertido —continuó diciendo.
—La madre que la... —me detuve en seco.
Pamela había hecho traer fotos de ella y mi padre juntos, las había puesto sobre trípodes bordeando el camino hacia la sala de celebraciones y los había rodeado de globos y flores.
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Grazie, Amore.(Jikook)
FanfictionQué se le dije a tu guapísimo y tóxico amo Italiano cuando acaba de follarte contra la pared, atado de pies y manos y con un bozal en la boca? Grazie, amore... Eso se le dice. Adaptación Autorizada. Advertencias Dentro (◕દ◕)