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O el Capo tenía algunos contactos en el mundo de las inmobiliarias, o realmente resultó impresionante lo rápido que consiguió encontrar un apartamento

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O el Capo tenía algunos contactos en el mundo de las inmobiliarias, o realmente resultó impresionante lo rápido que consiguió encontrar un apartamento. Lo sé porque el sábado antes de entrar en el templo, recibí un mensaje en el móvil con unas preciosas fotos de una vivienda de clase media-alta, con espacio abierto, muy iluminada, buenos muebles, dos pisos, tres habitaciones grandes, estudio, dos baños y una bonita terraza exterior.

«A la mamma le va a encantar», ponía debajo.

«¿Has llamado ya? Si te gusta mucho, deja caer mi apellido casualmente en mitad de la conversación. Esas inmobiliarias de nivel conocen a mi madre».

«Estoy yendo a firmar los papeles»

Arqueé las cejas y respondí un simple: «vaya, ¡qué rápido!». Jimin no había tardado ni dieciocho horas en conseguirlo. Tener dinero siempre aceleraba los procesos, pero aún así resultaba impresionante.

—Buongiorno, Jungkook , ¿ya saliste del templo?

—Buongiorno, amore. Sí, estoy de camino con mi madre al brunch.

—¡Dile que venga! ¡Hola, Jaemin! ¡Ven con nosotros a tomar un café y unos bocaditos de pepino! —exclamó mi madre, inclinándose sobre el asiento del copiloto para gritarle al móvil.

—¿Quieres venir? —terminé preguntando, porque mi madre no pararía hasta que lo hiciera.

—No, no puedo. Estoy empaquetando todo, por eso te llamaba. Si tienes tiempo, ¿te importaría echarme una mano con la mudanza? Te invitaré a pizza y cerveza después, por supuesto.

—Oh... —la segunda sorpresa del día—. Sí, claro. Iré después del brunch. ¿Nos vemos en casa de tu mamma?

—No, voy a buscarte yo a Gangnam, no quiero que dejes el coche por este barrio de mierda. Ah, y trae ropa cómoda, vamos a sudar un poco.

—No iba a mover cajas polvorientas con mi mejor camisa de Versace, Capo —le aseguré.

Y, para mi sorpresa, se rio.

—Yo solo lo digo, cucciolo —sonó una voz de fondo y entonces me dijo—. La mamma me necesita, mándame un mensaje cuando estés listo —y colgó.

—¿Qué quería Jaemin?

—Nada, se va a mudar y me pidió que le ayudara.

Mi madre frunció el ceño y echó un momento la cabeza hacia atrás como si le hubiera dado una pequeña bofetada.

—¿Y por qué no contrata a un servicio de mudanzas? Es mucho más sencillo...

—Porque es un hombre al que le gusta trabajar con sus manos, mamá.

—Ah... —y esa idea la puso cachonda y terminó con todo lo demás.

A media mañana, a eso de las doce, il mio Capo aparcó la carraca con ruedas que era su coche, y me mandó una llamada perdida para avisarme que ya había llegado. Cuando atravesé el jardín delantero hacia la verja, le vi con una ligera sonrisa en los labios, moviendo la cabeza al ritmo de una canción de pop italiano mientras fumaba lentas caladas de su pitillo.

Grazie, Amore.(Jikook)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora