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Hola cómo estan? Espero que hayan pasado una linda navidad ya sea solo o en familia. Lamento la demora con mis historias pero la verdad es que este tiempo ha sido muy ocupado para mi. Todavía no logro encontrar el ritmo a mi vida. Espero hacerlo pronto porque o si no me terminaré volviendo loca 😂




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Pasaron tres días cuando, la media mañana de un viernes, recibí un mensaje en el móvil. Estaba con Lisa en el estudio y no le presté mucha atención. Noté la leve vibración en el bolsillo y seguí adelante, creyendo que sería mi madre recordándome nuestro brunch del día siguiente —costumbre que tuve que recuperar ahora que no tenía al Capo en mi cama para darme una excusa por la que no ir—, o incluso contándome algún cotilleo nuevo para que compartiera con Lisa. 

Al terminar en la nave, tampoco saqué el móvil, sino que me monté en el carrito de golf y tomé el giro en dirección a la salida mientras anunciaba:

—Café. ¿Starbucks, Dunkin'donuts o Hard Rock?

—Dunkin.

Y allí fuimos. En teoría, no se podía sacar fuera de la productora un vehículo motorizado que no superaba los treinta por hora y que no tenía matrícula; pero aquello era Seúl. Con que no mataras a nadie ni prendieras fuego a nada, las excentricidades como aquella pasaban bastante desapercibidas. 

—Hola, a mi jefe le acaba de dejar su novio italiano y con polla de caballo, ¿cuántos donuts me recomiendas que le lleve?

—Lisa, esa broma dejó de tener gracia hace dos días —le advertí, sacando el móvil del bolsillo. 

—Vale, entonces solo un café para ti —respondió, volviendo a girarse al comunicador del Car service y decir—: Mañana tengo que ir a la boda de mi prima y la odio a muerte, ¿cuántos donuts me recomendarías?

Puse los ojos en blanco, pero, por desgracia, se me saltó una leve risa al oír a la mujer tras el comunicador tartamudeando una especie de respuesta. Entonces, cuando miré el móvil, lo vi: un mensaje de il mio Capo. Casi salto en el sitio. Me incorporé rápidamente y lo abrí, perdiendo por completo la sonrisa para sustituirla por una mueca que rozaba casi el pánico. 

«Hoy podemos cenar». Tres solas palabras. Suficientes. 

«¡Claro! ¡Suena genial! ¿Dónde te apetece?», al enviarlo enseguida pensé que tantas exclamaciones sonaban a desesperación; pero ya era tarde para borrarlo. Demasiado acostumbrado a las instantáneas respuestas del Capo, me quedé con el móvil en la mano los dos minutos que tardaron en servirnos nuestro café y, por alguna razón, una caja de doce donuts glaseados. Pagué todo con la tarjeta y se lo pasé a Lisa a mi lado, frunciendo el ceño y mirando la pantalla del teléfono. 

—¿Ocurre algo? —me preguntó.

—No, nada —murmuré, prefiriendo no revivir aquel tema. 

Sabía lo que ella me iba a decir, sabía lo que yo iba a responder y sabía que nada bueno podía salir de aquello. De todas formas, Lisa empezó a sospechar cuando me vio revisar el móvil cada media hora —¿ahora no respondía rápido para parecer más distante? ¿Era una manera de demostrar que yo ya no le importaba tanto? ¿Estaba mandándome un mensaje pasivo-agresivo? ¿O simplemente estaba ocupado?—, hasta que llegó el momento de la comida; momento en el que, al fin, recibí la respuesta. 

«Connor Rd. Fries&Meat, a las nueve».    

No quería parecer un snoop ni nada parecido, pero: Connor Rd... estaba en la zona deprimente de Seúl. Fries&Meat.... Sonaba a local de mierda. Las nueve... significaba que no tomaríamos una copa antes.

Grazie, Amore.(Jikook)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora