[13] Aquí estoy

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Podemos ver tres personas en una habitación en la cual parecía haber mucha tensión.

-¿Entonces le haremos caso a la masa verde mal hecha?- Preguntó Wilbur.

-Sí, eso haremos, digo, está peor confiar en un loco con complejo de muerto viviente- Quackity contestó.

-Por favor, no peleen, llevan más de dos peleas y no hemos avanzado- Dijo Eret viendo el mapa en sus manos -Según dice Charlie en dos días Karmaland piensa actuar así que hay que ser rápidos.

-Tranquila, en realidad no hay mucho que podamos hacer- Quackity bebía de su copa con tequila -Lo que haremos es seguir escuchando lo que Charlie nos tiene, trataremos de adelantarnos a sus movimientos y atacar primeros.

-¿Eso no sería un problema para dos borrachos y una princesa de Disney?- Wilbur se ganó miradas -Bien, entiendo, pero ¿cómo esperas que ataquemos?.

-Desde donde no sea obvio, no te preocupes Wilbur, no tendrás que hacer demasiado, esto terminará más pronto de lo que espero.

-¿De qué hablas?

La habitación quedó en silencio por unos segundos hasta que la silla del pelinegro fue empujada y este mismo se puso en pie tomando lo último de tequila.

-Lo saben bien- Empezó a caminar a la salida -Y Wilbur, tú no nos dejes mal, para algo te hago esos malditos favores, no para que estés tirado sin hacer nada.

-No te preocupes bonito, pronto verás sangre.

La puerta fue cerrada dejando a ambos chicos solos.

-Sabes lo que tienes que hacer- Dijo Wilbur a Eret.

-Lo sé, no me lo tienes que decir siempre.

-Es solo que no quiero sufrir las consecuencias de su romanticismo.

-No será así- Algo dolió en el corazón de Eret.

Oh Dios.

¿Qué estaba a punto de hacer?

No quería, su corazón y su mente le pedían que no lo hiciera pero sentía que sus acciones no eran controladas por él mismo.

Es una lastima que fuese tan iluso, porque realmente él sí controlaba su cuerpo.

[...]

Quackity estaba en su habitación, la chimenea alumbraba fuerte y el olor a quemado llenaba el cuarto.

Papeles estaban encendiendo la chimenea, papeles donde hace poco estaban escritos sus pensamientos. Veía como la chimenea sacaba humo y el fuego chispeante, deseaba ser muchas cosas tanto materiales como animales, odiaba ser humano, sabía más de lo que debía.

Fue a su armario y buscó algo en una de las bolsas de los pantalones cortos con los que lo habían traído, la ficha de casino.

Caminó hasta la chimenea nuevamente y cuando estaba a punto de tirarla dudó, vio su mano en la que esta ficha estaba, muy seguramente es lo último que vería de su querido país.

¿Realmente le importaba?, no, no le importaba.

Tiró la ficha a la chimenea viendo como el plástico se volvía negro y encogía gracias al calor, el olor era peor pero no quería abrir ni ventanas y mucho menos la puerta.

-No quiero dejarles nada a esos hijos de puta, si yo no tengo pistas de mi país mucho menos ellos.

Dijo para luego toser, el humo le empezaba a afectar, que patético puede llegar a ser el odio a sí mismo. De no ser por Eret quien entró al cuarto nos hubiésemos dado cuenta.

No pertenece -{Quackity :]}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora