Capitulo 19: El interludio

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El reloj nunca deja de sonar, insistente y diabólico, no comprende la angustia de sus creadores a cada sonido que produce anunciando el avance continuo del universo. Para algunas es algo nimio pero en las personas a las cuales tiempo lo es todo se trata más de una cadena. Una que intenta arrastrarte a lo profundo de ese océano conociendo sus matices helados.

Pero eso no detendría a la única criatura capaz de más, una tan vacía de escrúpulos como ese mismo elemento intrínseco. Ella sabía cómo lograr, aun si los contratiempos surgían, negociar con el tiempo para su tranquilidad. Solo era necesaria una cosa... tiempo.

La figura observó dentro de su guardapelo, sonreía misteriosamente a la imagen cambiante en tonos grises. Aun con ese estilo podía saber que esos ojos de a poco perdían su tinte. A medida que los días pasaran, en su interior crecería sin pausa un delicioso fruto prohibido que el ser deseaba para sus planes. La sonrisa se ensanchó un momento antes de cerrar las tapas volviendo a su presente.

Costó un poco pero los preparativos estaban listos, todo en su lugar a fin de crear el ambiente adecuado para la culminación de su plan. Observó su reloj de pulsera haciendo cálculos rápidos de los próximos días. Un límite de casi una semana.

Nunca antes realizó ese tipo de ceremonia pero siempre había una primera vez y ese era el mejor modo. Con ese fruto prohibido en sus manos sería posible un canje mayor a cualquier otro.

Quizás sea hora de mandar a recoger el ingrediente principal.

...

"Te dije que no dejaras el lugar... que aceptaras su protección, mi pobre niña tonta. Ahora esta oscuridad te tragara y yo no puedo ayudarte... ya debe ser tiempo de enseñarte algo"

La figura bailaba en la superficie cristalina de ese extraño mar, una forma expresiva de la opresión, la quietud y el silencio doloroso. Y en medio de ese ataúd una figura desnuda se encerraba. Teresa Malcourt finalmente llegó al tope de lo que su corazón podía soportar de emociones. Ahora su mente la mantendría en ese limbo lejos de dañar a otros.

Pequeños toques de los pies de la fantasmal figura de su madre no perturbaban el ambiente, eso era bueno al significar un estado de infinita concentración y serenidad engañosa. Al demostrarse su imposibilidad, se acuclilló tocando con un dedo y luego trazando lo que era una carita feliz. A los segundos desapareció. No era divertida su hija.

Tantos años perdidos en el éter buscando piezas importantes para renacer. Ella no era normal y por lo tanto Teresa tampoco. Fue un problema que su esposo no se ocupara del modo debido, no solo comida, ropa y educación sino también amor. Bueno, no es como si fuese igual cuando ella estaba ahí. Al menos que le instara a pasear por el patio o un bosque cercano. Tontos humanos y sus emociones.

"Debería cantarte una de esas nanas de tu infancia... tu sonrisa eclipsaba bien el rocío de las mañanas"

Podría, de no ser por las posibles consecuencias del acto. Ese ambiente era estéril y con suerte la aceptaba a ella por su relación de sangre. Un acto que evocaba la magia perturbando el aire con su energía bien sería una amenaza.

Una gran tentación.

"Sera en otro momento. Tenemos poco tiempo antes de que Ella desee comer su medicina para la artritis... ¿o tomar era?"

Enfrente surgió una forma condensada de éter, la miro extrañada hasta identificarla como su hija. Ante ella se mostró la forma verdadera de aquella fuerza encerrada por el instinto de la joven como también por las leyes antiguas. No era humana.

—¿En qué puedo ayudarte?

"Mi bebe... es al revés, he venido a ayudarte. Estas cerca de tu edad suficiente para comprender lo que tu sangre oculta y aceptarla. Es una pena lo que paso para acelerar el proceso pero no los culpo. Después de todo el invierno ya está cerca"

Nada en ella expresaba. Fría, contenida y surrealista. Su madre debería encargarse de quitarle eso a fin que realice bien sus propias tareas. Un vendedor de miradas penetrantes no era bueno para el negocio si se entendía el concepto.

—Todo sea por dejar esa cascara humana... soportar emociones no es fácil.

Lanzó una mirada vacía al cuerpo encerrado. Por los anteriores años de vida intentó comprender a los humanos, y otras razas, sobre lo que les impulsaba. No muchas cosas buenas. Otro beneficio de dejar ese encierro era el poder ver, si tan solo se hubiera producido en un ambiente con más... cosas.

"En nuestro mundo es lo de menos el soportar emociones. Ven conmigo"

La mano tendida era una señal de recibimiento, decidió tomarla como un contrato firmado notándolo en sus pocos momentos de ocio entendiendo los libros. Una sonrisa de la figura fantasmal fue todo halago por el gesto.

Empezaron a caminar sobre la superficie perdiéndose en la oscuridad de arriba apenas iluminada por la luz tenue de abajo. El ataúd seguía cerrado y con eso los recuerdos, sentimientos, mensajes, pensamientos y gestos de una mujer que siempre se sintió sola sin importar cuantas personas haya cerca.

Desde ese momento la vida de Teresa se encontraba pendiendo de un hilo.

...

"Los maté, su sangre mancha mis manos y alma, no puedo permitirme dañar a nadie más dejando que otros carguen con ese dolor. Nunca saldré de aquí... dejare que esta oscuridad en mi crezca. Dejare que la infinita soledad me envuelva por siempre.

No quise hacerles daño. Si hubiese terminado con mi vida aquel día... Ustedes..."

La oscuridad en tus ojos©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora