Capítulo 5.

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-¿Y bien? ¿Te gusta la comadreja menor?

Pansy miraba hacia el campo de entrenamiento, abanicándose con la carta.

-Es decir, nunca pensé que te gustaran las chicas-continuó Pansy-. Mucho menos que te gustara esa pelirroja. Yo pensé que había algo entre su hermano y tú. Claro, después de la escenita que armó Weasley en el baile de Navidad el año pasado, todos lo pensamos.

Pansy miró a Hermione.

-Aunque tengo curiosidad, ¿qué le vería cualquier persona a la pobretona de Ginny Weasley?-dijo con asco-. Lo único abundante que tiene es su cabello y el rojo del cabello. Y mírala, ahí tiene a toda la escuela de rodillas y babeando por ella. Incluyéndote.

Hermione escuchó eso último y sacó valor y voz de algún lugar desconocido.

-¿Qué te importa porque me gusta Ginny?-le dijo en tono desafiante.

-Ah, no me importa en realidad-Pansy se acercó a la castaña-. Lo que quiero, es descubrir que tan lejos llegarías con tal de recuperar esta valiosísima información.

Hermione no apartó la mirada. A pesar del miedo, no se iba a dejar extorsionar tan fácil por la reina de las serpientes.

-¿Me la devolverás?

-Sólo si accedes a mis términos y condiciones.

Hermione entrecerró los ojos, como escaneando a Pansy.

-¿Y si no lo hago, qué? ¿Se lo dirás a Ginny? ¿Lo divulgarás por toda la escuela para que sea la burla de todos?

Pansy miró al cielo y soltó una carcajada.

-¡¿Contarle a esa pelirroja estúpida?! ¡¿Me viste cara de Cupido, o qué?!

Volvió la vista hacia Hermione, poniendo cara de diablo nuevamente.

-Pero lo segundo no es mala idea.

Hermione seguía sin saber qué hacer. Su ojos color de miel iban de la carta a Pansy y de regreso a la carta. Sólo se le ocurría una salida. Era arriesgada, pero era lo único que tenía. Y quién sabe, dicen que el que arriesga gana.

-Haz lo que quieras, Parkinson-dijo Hermione intentando que su nerviosismo no se diera a notar en sus palabras.

Pansy ni se inmutó.

-¿Lo que quiera?-preguntó acercando su rostro al de Hermione-¿Estás segura, sangre sucia?

Hermione se encogió de hombros, ganando seguridad.

-Tú te has pasado toda tu vida fastidiando la mía, Parkinson-dijo con voz tranquila-. Si divulgas esto, sólo tengo que decir que es mentira. Seamos honestas. Entre tú y yo, ¿a quién le van a creer más? Tal vez tengas a los de Slytherin de tu lado, pero yo tengo a todo el resto del colegio de mi lado sin siquiera proponérmelo.

Pansy seguía viéndola tranquila. No estaba nada impresionada por las palabras de Hermione.

-Muy bien, si así lo quieres...-dijo alejándose de Hermione-puedes irte.

Hermione dio media vuelta y empezó a caminar de regreso hacia el castillo. No podía creer su buena suerte. Desafiar abiertamente a Pansy Parkinson, la reina de Slytherin, y salir bien librada debía de ser un nuevo récord.

Pero Pansy estaba lejos de ser derrotada. Ella no era para nada estúpida, y ya había visto venir ese movimiento de parte de la joven leona. Movimiento para el que ella tenía un plan de contingencia.

-Antes de que te vayas, sangre sucia-Hermione no se volteo, siguió andando-¿Te acuerdas de Rita Skeeter?

Hermione esta vez sí se detuvo. Rita Skeeter, redactora de El Profeta, era su jurada archienemiga desde el año pasado. Tan solo de pensar en las cosas horribles que escribió sobre ella y sus amigos, y que todo el mundo las creyera... Hermione simplemente no podía escuchar ese nombre sin que le hirviera la sangre.

Volteo hacia Parkinson, y nuevamente sintió el ánimo por los suelos. Pansy tenía en la mano una foto de su familia cenando en casa de Rita Skeeter y se la estaba restregando en la cara a la castaña.

-Resulta que mis padres y Rita son viejos amigos, celebramos Navidad en su casa todos los años-dijo Pansy mientras volvía a guardar la foto. Miró hacia Hermione, se sentía más victoriosa que nunca-. No creo que le niegue una entrevista a la hija de sus amigos, mucho menos teniendo en cuenta que es mi madrina.

-Cállate-dijo Hermione en un hilo de voz.

-Imagínate, Granger, que esta cartita tuya terminara en manos de una de las más aclamadas y prestigiosas escritoras de nuestros tiempos-dijo Pansy mientras su sonrisa se ampliaba-. Después de todo lo que escribió de San Potter y sus amigos, entre ellos tú, y luego de que la encerraras en un frasco cuando estaba convertida en escarabajo, no creo que se resista a escribir una halagadora nota sobre que a la famosísima sabelotodo Hermione Granger le gustan las chicas, y mejor aún, que le gusta la menor de los Weasley.

-Ya basta...

-¿Qué crees que pasará cuando esto se sepa? Los estudiantes pueden ser muy crueles si se lo proponen. Los de Slytherin en especial, lo admito. Pero si esto se llega a saber, hasta los inútiles de Hufflepuff te verán como a un bicho raro, lo sabes tanto como yo. Harán de tu vida un infierno.

-¡Cállate!

-Sin contar la reacción de las comadrejas cuando se enteren que su mejor amiga anda queriendo meterse unos cuantos besos con su hermanita. Los gemelos le van a encargar a Peeves que te persiga con un mazo por todo el mundo si hace falta hasta hacerte pedazos. Y será peor por parte de Ron, con el geniecito que se carga cuando se trata de su amada Ginny y sus citas...

-¡DIJE QUE YA BASTA!

Hermione no aguantó más. Soltó la varita y se lanzó contra la Slytherin. En ese momento, olvidó toda la magia, olvidó que Pansy era mucho más corpulenta que ella, olvidó que ella no sabía pelear. Sólo quería lanzarse sobre la pelinegra y hacerle tanto daño como fuera posible.

Parecía un gato salvaje. Tiró a Pansy al suelo y comenzó a golpearla y tratar de arañarla en toda la cara. Pero Pansy no tuvo ningún problema en quitársela de encima para luego ser ella quien quedará encima de Hermione en el suelo, sujetándole las muñecas con fuerza.

-Debo admitir, que esta vez me impresionaste sangre sucia-dijo Pansy tan tranquila como hace unos instantes. Tenía la batalla ganada y lo sabía-. No creí que fueras a reaccionar así. Pero creéme, deberías estar agradecida conmigo de que a mi no me gustan las peleas al estilo muggle. Porque si no, con o sin varita, igual te aplastaría y lo sabes.

Hermione lloraba de rabia e impotencia.

-Te juro que algún día me las vas a pagar todas, maldita serpiente.

-Quizás-dijo Pansy mientras volvía a sonreír de forma siniestra-. Pero no será hoy, querida. Volvamos a los negocios. Te devolveré la carta al final del año escolar, pero sólo si accedes a mis peticiones.

Hermione luchaba por zafarse, pero Pansy era muy fuerte y no podía. Sin más remedio, la castaña finalmente se rindió.

-Está bien. ¿Qué quieres, Parkinson?

Lo había dicho. Había dicho las palabras mágicas. Pansy acercó su rostro al de Hermione, haciendo que ésta tragara saliva.

-Desde hoy-susurró la pelinegra-, eres mi esclava, Granger.  

Por accidente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora