Capítulo 7.

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Los días pasaron. Todo el castillo estaba cada vez más alterado, desde alumnos hasta maestros preparando todo para los TIMOs. Los gemelos Weasley tenían una alta demanda de surtidos saltaclases y artículos para hacer trampa como las plumas invisibles. Hasta Peeves estaba muy ocupado acosando a los estudiantes robándoles los libros y varitas mientras practicaban. Todos estaban alterados por los cada vez más cercanos exámenes. Todos menos tres chicas de Slytherin.

Nadie había visto a Pansy, Astoria y Millicent en todo el castillo durante el fin de semana. Algunos hasta pensaban que se iban a saltar los TIMOs, porque claro, nadie en su sano juicio se iría tanto tiempo de Hogwarts estando tan cerca los exámenes más importantes de sus vidas. Se corrían rumores, los de Slytherin estaban angustiados. Pero para Hermione era una bendición divina no tener a las Slytherin cerca, en especial a Pansy. Igual tenía que hacerles las tareas si no quería que la reina de Slytherin hiciera pública la carta, pero por lo menos no tuvo que aguantarla todo el fin de semana, ni a ella ni a sus amigas.

Sin embargo, cuando se presentó el lunes a la sala común de Slytherin y vio que no habían regresado todavía, empezó a sentir curiosidad. Mientras los de Slytherin desayunaban, ella empezó a buscar algún indicio de adonde pudieron haber ido las chicas, porque a pesar de ser unas odiosas (excepto Astoria) nunca faltaban a clases y aunque todos odiaban admitirlo, eran bastante buenas en la escuela (excepto otra vez Astoria). Al no encontrar nada, Hermione se encogió de hombros, dejó la tarea en las camas de las chicas y se dispuso a irse.

-¿Qué tenemos después?

-Defensa Contra las Artes Oscuras.

-Mierda.

Hermione escuchó las voces y de inmediato fue a esconderse abajo de la cama de Pansy. Se tapó la boca y esperó. Dos chicas de Slytherin entraron. A una no la conocía, pero la otra era la hermana de Astoria, Daphne Greengrass.

-Por cierto, Daphne, ¿qué le pasó a tu hermana?-preguntó la otra chica mientras revisaba sus notas.

-¿De qué hablas?

-Es que escuché que había ido a dar a San Mungo...

-Ah-Daphne sacó una chamarra de su ropero, se la puso y volteo hacia su amiga-. Sí, está en San Mungo, pero no es ella la que está mal.

-¿Entonces?

-No lo sé-dijo Daphne encogiéndose de hombros-. Ella y sus amigas nunca me quieren decir en que andan metidas. Pero debe ser algo muy grave. Las escuché llorar el otro día durante casi toda la noche. Millicent estaba desconsolada.

Por alguna razón, Hermione sintió que el corazón se le iba a los pies al escuchar que sus némesis tenían problemas.

-Pobrecilla-dijo Daphne sentándose en la cama de su hermana-. Sea lo que sea que esté pasando, Tori tiene demasiadas preocupaciones por los TIMOs como para añadirle un problema más. 

-¿No has intentado hablar con ella?

-Claro que lo he intentado-dijo Daphne-. Pero no quiere hablar conmigo. Piensa que la voy a regañar como nuestra madre. Es cierto que soy exigente con ella, pero porque sé que tiene un gran potencial y quiero que lo explote. Me duele que nuestra madre la trate tan mal sólo por no estar a la altura de las expectativas. No es justo que...

De pronto, Daphne se calla y empieza a revisar un cuaderno que estaba en la cama donde se había sentado.

-Que extraño.

-¿Qué es extraño?

Daphne le mostró el libro a su amiga.

-Este es el cuaderno de Tori y esta es la tarea que Snape nos dejó la clase pasada sobre la poción matalobos-Daphne señaló la letra-. Pero esta no parece ser la letra de mi hermana. Hasta juraría que es de esa tal Hermione Granger. Ya sabes, a la que Pansy siempre está molestando.

-Tienes razón-dijo la amiga de Daphne y luego se acercó a las camas de Pansy y Millicent-. Oye, mira esto. Esta es la tarea de Historia de la Magia sobre la Primera Guerra Mágica del jueves pasado. Y este es el trabajo que nos dejó la profesora Trelawney sobre leer las cartas la clase pasada.

-¿Adivinación?-preguntó Daphne con curiosidad-¿No es la materia que está cursando Millicent?

-Creo que sí. Y todas tienen la misma letra. La que se parece a la de Hermione.

Hermione se puso nerviosa en su escondite. Si empezaban a sospechar y empezaban a hacer preguntas...

-¿Tú crees que Hermione les esté haciendo la tarea?-preguntó la amiga de Daphne.

Ambas se miraron y Hermione esperaba la respuesta de Daphne, con el corazón en la garganta.

-Nah-ambas dijeron al mismo tiempo riendo.

-He oído que Hermione es tan buena que no se mete en la fila aunque sean dos nada más-dijo Daphne.

-Es cierto-confirmó su amiga-. Nunca le haría la tarea a nadie. Ni siquiera se la hace a sus amigos, mucho menos a sus mayores enemigas.

-Bueno, ya casi es hora, vámonos.

Ambas chicas salieron del dormitorio y Hermione por fin pudo salir de su escondite. No esperó a que llegara alguien más y salió corriendo de la casa de Slytherin sin atreverse a mirar a ambos lados del pasillo a ver si había alguien por ahí.

Cuando estuvo muy lejos de las mazmorras, se llevó una mano al pecho mientras luchaba por recuperar el aliento. Mientras, empezó a repasar todo lo que acababa de escuchar.

Los astros debían estar desalineados, o ella tal vez había cruzado a un universo alterno donde las cosas estuvieran al revés, porque de lo contrario no era posible que lo que acababa de escuchar fuera cierto. ¿Pansy y sus amigas llorando? De Astoria, sonaba posible. Pero de Pansy y Millicent no. Lo de San Mungo también debía ser falso. ¿A qué irían ellas a San Mungo? Tal vez era otro rumor, como todos los que se habían formado por la ausencia de las chicas.

Pero entonces recordó lo que había pasado aquel día en la sala común de Slytherin. La carta, los rostros pálidos de las chicas, la furia de Millicent cuando la castaña les preguntó que ocurría. Si lo pensaba de ese modo, todo encajaba.

Pero, ¿qué había podido pasar como para que ese par de arpías insensibles de Millicent y Pansy se pusieran así de mal? ¿Y por qué Hermione sentía tanto interés en el tema? Tal vez debería sentir un poco de alegría (o hasta regocijo) por ver sufrir a quienes la hacían sufrir a ella. Pero no era así. Quizás la venganza no estaba en la naturaleza de la castaña.

Ese día las tres Slytherin regresaron al colegio, pero no con esa aura deslumbrante y egocéntrica que siempre las envolvía. Se veían mal, muy tristes y pálidas incluso. Todos las miraban con curiosidad. Pero ellas parecían no notar que todas las miradas recaían sobre sus personas. Estuvieron distraídas todo el día. En clase, en el almuerzo. No estaban realmente ahí. Hermione no pudo evitar sentir pena por ellas. Lo que sea que les estuviera pasando, ella les deseaba de todo corazón que lograraran resolverlo.

Por accidente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora