Capitulo 4

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Mis músculos se tensaron completamente. El estar sola en un lugar con él hacía que me enfadara, porque su simple presencia me atormentaba. Lograba dañar todo el buen humor que había en mí.

Y eso que era poco.

Intenté, de verdad que intenté ignorarlo. Pero se me hizo imposible, el solo escuchar su voz, el solo saber que respiraba cerca de mí hacía que mis niveles de enfado aumentaran de formas exorbitantes.

—Sí, qué emoción —dije sarcásticamente.

Él esbozó media sonrisa burlona, como si disfrutara verme de mal humor, ¿y saben qué? Eso me irritaba aún más. Duramos en silencio lo que pareció una eternidad, yo esperando que mi amiga terminara de hacer lo que estaba haciendo y él... él me miraba fijamente, y eso me incomodaba.

—¿Quieres una foto? —espeté.

—Dos, para ser preciso —respondió, excesivamente sarcástico.

Iba a responder de manera odiosa, pero en ese momento llegó un mensaje de mi madre diciendo que le llamara urgentemente.

Me levanté del sofá y fui a la cocina para tener un poco más de privacidad, busqué el número de mamá entre mis contactos y dudé unos minutos antes de marcarle, pensando en una excusa creíble del por qué no había llamado. Al primer pitido respondió:

—¡ARYA JOSEFINA SPOONER JACKSON!, ¡¿SE PUEDE SABER POR QUÉ NO HE SABIDO NADA DE TI EN DOS SEMANAS?! —tuve que alejar el celular de mi oreja.

—Lo siento, mamá, es que no había tenido tiem...

—¡NO ME VENGAS CON ESA EXCUSA, PORQUE MARIAN PUBLICÓ UNA FOTO EN UNA FIESTA Y TÚ ESTABAS CON ELLA!

Primero: ¿desde cuándo mi mamá sabía utilizar instagram?

Y segundo: tenía que buscar otra excusa.

—No hay razón de gritar, mamá —traté de mediar, intentando sonar lo más calmada posible—. Es que tenía muchas tareas.

—No me digas —ironizó, esa vez bajó un poco el tono—. No tenías tiempo para responderle a tu madre pero sí para ir a una fiesta.

—No, es que...

—Lo sabía, ya me habían advertido de esto pero no quise aceptarlo —se sorbió la nariz. Ya podía verla llorar—. Sabía que después de que empezaras la universidad te olvidarías de tu madre.

Ya había empezado con el drama.

—Mamá... —intenté decir, pero fui interrumpida nuevamente.

—Claro, solo tienes tiempo para fiestas, para tus nuevos amigos y espero que te estés cuidando —gimoteó— Ya no tienes tiempo para tu madre.

—No mamá...

—Es porque me estoy poniendo vieja, sí, es por eso.

—¡No es cierto, mamá! —alcé un poco la voz, entre divertida y alterada—. Lo siento, ¿vale?

—Bien, espero tu llamada la próxima semana—sonaba más calmada—. ¿Qué tal te ha ido?

Di un suspiro al escucharla más tranquila.

—Por los momentos, bien —respondí con simpleza.

—¿Cómo está Marian?

Eché una ojeada al pasillo y sonreí divertida.

—De maravilla.

—Le mandas saludos de mi parte y dile que venga en las vacaciones, si se niega, dile que le tengo guardado uno de mis pasteles de chocolate.

¿Odiarnos? [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora