¿Alguna vez han visto a una chica con unas pantis moradas de brazt?, ¿no? Bueno, me presento, soy Arya Spooner y estoy más avergonzada que nunca.
Mis mejillas ardían más que la lava, tan rojas como un tomate maduro. Mi primera reacción fue darle una bofetada a Jade, la cual hizo girar un poco el rostro, tal vez fueron los nervios, o simplemente fue porque me provocó.
Mmm... sí, me voy por la segunda opción.
Yo seguía en mi lugar con los puños apretados a mis costados, ni siquiera sabía por qué no podía moverme. Cuando él volvió a mirarme seguía con esa estúpida sonrisa en la cara y estaba cien por ciento segura de que se estaba aguantando una carcajada.
—Lindas bragas —murmuró divertido.
Volvió a recorrerme con la mirada, como si estuviera comiéndome con los ojos y eso hizo que me sonrojara aún más.
—¡Eres un... un...!, ¡AHG! —dije frustrada al no encontrar un insulto. Mi mente no lograba pensar en nada que no fuera que estaba semidesnuda en frente del chico que odiaba tanto—. ¡TE ODIO!
Mis piernas no daban señales de vida, por más que intentaba dar un paso, no podía.
—¿Puedes... puedes darte la vuelta? —murmuré, con los dientes apretados.
Volvió a darme un repaso con los ojos.
—¿Por qué? —preguntó con diversión.
Idiota.
Mis lindas pantaletas tenían unas letras en la parte trasera que decían "BTRAZ" en grande, y yo no quería que él las viera, ya era suficiente con esto.
—Porque sí —respondí finalmente.
—Quiero saber la razón —entrecerró los ojos.
—Solo da la vuelta, por favor —volví a pedir.
—Y si no quiero ¿qué? —inquirió.
—Te daré una patada en las bolas —le amenacé.
—Mhmm... —hizo un gesto como si estuviera pensando algo—. Valdría la pena...
—¡QUE TE DES LA VUELTA! —me exasperé.
Volvió a echarme una ojeada y se dio la vuelta. Salí corriendo a mi cuarto y cerré la puerta a mis espaldas, solté un grito sin importarme que aquél idiota me escuchara. ¡Cómo rayos había entrado ese idiota al departamento!
Me volví a sonrojar cuando recordé esos ojos grises recorriéndome. Me coloqué el primer short que encontré un brasier y grité el mayor insulto que se me ocurrió. Me quedé en la habitación durante casi media hora, no me interesaba lo que hiciera Jade allá afuera, si me robaba no me importaba, porque no me veía capaz de verle la cara después de la vergonzosa escena que había sucedido. Sigilosamente me asomé por la puerta de mi cuarto, verificando que él ya se hubiera ido y al no escuchar ningún ruido decidí salir.
Me dirigí a la cocina a buscar mi pasticho el cual estaba servido en un plato «¿en qué momento yo lo había servido que no me di cuenta?» pensé.
—¡AAAHHHH! —grité al darme la vuelta y ver que Jade estaba sentado en el sofá, mirándome fijamente—. ¡Me asustaste, pedazo de imbécil!
Mi mal humor y mi vergüenza estaban en una competencia de cuál era más alta.
—Eres un enfermo —espeté—. ¡¿Cómo carajos has entrado aquí?!
—Abriendo la puerta —respondió con simpleza.
Le dediqué una mirada letal y él sonrió.
—¡Eso es allanamiento de morada! —vociferé, enfurruñada.
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¿Odiarnos? [EDITANDO]
Teen FictionElla odia a la gente, él ama ser el centro de atención. Ella ama el silencio, él adora las fiestas. A ella le encanta leer, a él le encanta el arte. Ella adora comer y a él le encanta ejercitarse. Dos personas completamente distintas que solo tiene...