Capitulo 8

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Al día siguiente me desperté en la madrugada, con más hambre que de costumbre. Traté de levantarme de mi cama lo más cuidadosa posible, porque Marian había dormido conmigo; cuando llegué empezó a atiborrarme de preguntas, las cuales le respondí con un: "hablamos mañana". No quería contarle nada de lo que había pasado —por ahora— o empezaría a molestar.

Al estar en la cocina busqué algo para masticar, mi estómago rugía por comida. Por suerte, encontré un paquete de galletas de chocolate —mis favoritas— y me senté en el sofá. No había dejado de pensar en el ataque de pánico que había tenido el día anterior, hace un año no me daba uno y eso me molestó un poco, pensé que había logrado superar esa etapa de mi vida, pero no había sido así.

Quería contarle a alguien lo que había pasado, quería desahogarme, pero no había nadie con quién hablar, el único que sabía eso era Jade, pero estaba claro que no hablaría con él ¿no?

Me asomé por la ventana que estaba en la sala, necesitaba relajarme y dejar de pensar en eso, o terminaría igual que ayer. Respiré hondo tratando de calmarme, necesitaba hacerlo. Tomé mi celular y busqué entre mis contactos el número de mi hermana, ¿se molestaría si la llamaba a las dos de la madrugada? No lo creo, y si sí, nadie la mandaba a ser la hermana mayor.

Marqué el número y no respondió, fruncí el ceño a la pantalla. Volví a marcar y al tercer pitido respondió.

—¿Sí? —preguntó somnolienta—. ¿Quién habla?

Entrecerré los ojos un poco molesta, ¿cómo alguien podía responder el teléfono a las tres de la madrugada son mirar quién era?

—Es Arya —negué con la cabeza—. ¿Qué te he dicho de contestar el celular sin mirar quién es?

—¡Ey!, te recuerdo que yo soy la mayor.

—Pues no pareces —fruncí es ceño—. Hasta ahora yo parezco más madura que tú.

—No, es que eres más aburrida —bostezó—. ¿Qué pasa?, ¿todo va bien?

No sabía ni siquiera cómo decirle, las palabras se me quedaron atascadas en la garganta. Por alguna razón sentía nervios.

—No —dije en un tono un poco bajo—. Yo he... tuve un ataque de pánico.

La línea se quedó en silencio, por un momento pensé que había colgado, no era la primera vez que lo hacía.

—¿Hola...? ¿sigues ahí?

—¿Cuándo...?

Solté un suspiro.

—Ayer —bajé la vista a mis pies—. Fue... horrible.

—Lo imagino... ¿estabas sola?

—No, pero no era Marian, ella no estaba conmigo.

—Mhm... entonces no estabas sola.

Oh, no, ya sabía a qué venía todo eso por el tono que usó. Llevo casi un mes sin hablar con Jessie y no le he contado nada de nada, sé lo que quiere saber, la conozco tanto.

—¿Por qué no preguntas directamente si he ligado con alguien? —fruncí el ceño.

—Hay que ser discreta —no la vi, pero estaba completamente segura de que estaba sonriendo.

—Eres una pesada —puse una mueca.

—Soy tu hermana mayor, debo saber todo de ti —de quejó—. ¿Sabes que es tener casi un mes sin chismear con mi hermanita? Es triste, ya nadie habla conmigo, ahora, tu vida me parece más interesante que antes.

—Claro —entrecerré los ojos—. Pues me temo que no tengo nada que contar.

Se preguntarán, ¿por qué Jessie está en casa y yo no? Pues sencillo, quería alejarme de casa, sentía la necesidad de estar lejos de mis familiares, era sofocante tenerlos todo el tiempo encima ya que era la menor; sentía que me sobreprotegían mucho, —y con razón— necesitaba un respiro y cambiar de ambiente, cambiar de ciudad. Mi mejor opción fue alejarme de ellos con la excusa de "estudiar", escogí una universidad lo suficientemente lejos, también por las oportunidades de estudios que brindaba la misma.

¿Odiarnos? [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora