Capitulo 11

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Nota.

Holiiiii, espero se encuentren bien. Debo decir que no iba a publicar hoy —mi mamá me prohibió entrar a Wattppa hasta que presente la prueba de la uni. Tengo que estudiar— pero estoy súper emocionada con este cap, les prometo que cuando tenga tiempo publicaré el otro.

Los dejo para que lean y no olviden votar. Los quiero ❤️

El fin de semana me pareció muy tranquilo, no me topé con nadie —cuando digo "nadie" me refiero a Jade— lo pasé con Marian, tuvimos un fin de semana de chicas, ni siquiera habló con Alex —o eso creía ella, porque la pillé  la noche anterior hablando con su novio— hacía tiempo que no pasábamos tiempo juntas, debido a la universidad.

Nos encontrábamos sentadas en mi cama mirando ropa que queríamos comprar y planeando cómo nos veíamos en un futuro, eso era algo que nos encantaba hacer.

—Vale, yo en cinco años me veo vestida de blanco —dijo Marian.

—¿En serio? ¿te ves como un fantasma... muerta? —bromeé—. Yo no te quiero ver vestida de blanco, mejor te voy a visitar al cementerio.

Comencé a reírme a carcajadas y ella me lanzó una almohada a la cara, la cual esquivé con facilidad. Se cruzó de brazos.

—Me refiero a un vestido de bodas —puso los ojos en blanco—. ¿Irías a mi boda? —preguntó, ilusionada.

—Mhm... ¿en serio quieres casarte? —puse una mueca.

—Sí, ¿por qué no querría?

—Porque... estás un poco joven para eso —alcé ambas cejas—. Y... yo no quiero ver a mi mejor amiga atada a un hombre el cual solo va a mirarte como... si fueras... una esclava, o no sé cómo ven los hombres a sus esposas, pero creo que es así. Míralo de este modo, después de que la mujer pasa a ser la esposa y no la novia todo cambia.

—¿En qué sentido? —entrecerró los ojos.

—En el sentido de que vienen más cachos...

—¡Arya! —se quejó—. Vaya, gracias por tus consejos de vida.

—Solo digo la verdad —me encogí de hombros—. ¿Es que no lo ves?, eso es lo único que saben hacer los hombre: ser infieles. Todos son iguales.

—No todos —recordó.

—Sí, tienes razón, los hombres ficticios no son infieles —sonreí.

Empezó a reírse de mí.

—Hablas como si hubieras salido con muchos chicos los cuales te rompieron en corazón —dijo entre risas—. ¡Y solo has tenido un novio!

—¿Y qué pasó? Me engañó —le recordé—. Y de la peor manera, ese imbécil hizo que odiara a todos los hombres por igual.

—Sigo diciendo que no todos son iguales.

Se acostó en mi cama y yo la seguí, quedando una en frente de la otra. Estar con Marian me hacía recordar a cuando nos conocimos, admito que al principio no confiaba en ella, pero después nuestra amistad comenzó a ser más fuerte. Pasaba horas en su casa o viceversa, éramos una sola.

—No respondiste mi pregunta —habló después de varios minutos en silencio.

Suspiré poniendo los ojos en blanco.

—Sabes que sí iría.

Nos quedamos en silencio por un largo momento sin decir nada, desde que había caído el fin de semana tenía la curiosidad de preguntarle algo, solo que no se me había presentado la oportunidad —en realidad era que no sabía cómo preguntarle sin que me diera vergüenza— y ese momento de silencio pareció el indicado.

¿Odiarnos? [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora