Capítulo 18

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No podía dejar de mirar al sujeto que miraba el lugar con una mueca de aburrimiento, mi mente no dejaba de revivir esos malos momentos de mi pasado.

Nunca pensé volver a verlo, estuve esos últimos tres años de mi vida intentando esconderme de todo lo que había vivido, escondiéndome principalmente de él, pero el destino decidió burlarse de mí y colocarme justo en frente al causante de la mayoría de mis traumas. Ahí estaba Roy, no había cambiado mucho desde la última vez que lo vi.

Era un chico alto, de porte atlético con labios fino, nariz recta, ojos cafés y mandíbula marcada al igual que sus pómulos. Su cabello castaño estaba un poco más largo, estaba casi segura que que se le podría amarrar una pequeña cola.

Cuando pasó por al lado de la mesa me sentí repentinamente incómoda y agaché la cabeza al instante para que no me reconociera, no quería que lo hiciera. Se sentó en una mesa que estaba justo al lado en la que me encontraba.

¿Qué hacía él por aquí? ¿No se suponía que él estudiaría al otro extremo del país? Aunque, bueno, esos eran sus planes hace tres años atrás, probablemente había cambiado de planes. Inconscientemente comencé a jugar con mis dedos por encima de la mesa.

—¿Qué pasa? —preguntó Jade.

No me había dado cuenta de que me estaba observando hasta ese momento.

—Nada —mentí, rápidamente.

Se quedó mirándome dudoso.

—¿Por qué estás tan nerviosa? —entrecerró los ojos.

Ay, querido, si supieras...

Entrecerré los ojos también a la defensiva.

—No estoy nerviosa —refuté—. ¿Tú por qué me miras tanto?

—Porque eres hermosa, ¿no está claro? —dijo como si fuese algo obvio.

Sentí como mis mejillas se encendían ligeramente, tuve que hacer todo lo posible por no sonreír, últimamente, era muy común que lo hiciera cuando estaba cerca de Jade o, más bien, por lo que él me decía.

—Y no cambies la conversación, ¿te estoy incomodando? —inquirió entonces.

—No... no lo haces...

... tú precisamente.

—¿Por qué crees que estoy nerviosa?

—Lenguaje corporal —no entendí muy bien porqué sabía eso e incluso estuve a punto de preguntar, pero luego recordé que era estudiante de psicología y me sentí evaluada—. Ahora responde.

Odiaba lo insistente que podía llegar a ser, me molestaba mucho, pero de alguna forma me gustaba, era un sentimiento contradictorio que tenía en mi interior.

Sin saber muy bien porqué le eché una ojeada al castaño que estaba en la otra mesa. Jade pareció captarlo, porque instantáneamente giró la cabeza en esa dirección, o bueno, lo intentó, ya que no lo dejé hacerlo.

—Solo quería preguntar algo, pero me da vergüenza hacerlo —dije rápidamente, captando por completo su atención—. ¿Puedo hacerlo?

Jade frunció ligeramente el ceño y esbozó media sonrisa.

—¿Tú con vergüenza de hacer una pregunta? —enarcó una ceja.

La manera en que lo dijo me ofendió un poco.

—¿Es que no puedo tener vergüenza? —esta vez quien frunció el ceño fui yo.

—No es eso —se apresuró a decir—... Es solo que tú eres... —dejó la frase a medias, rascándose la nuca—... un poco directa.

¿Odiarnos? [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora