Cafetería de Don Verduras.
Juan Carlos preparó una mesa para dos, tenía planeado pasar una tarde agradable con su amada esposa.
¿Qué mejor que un cafecito como en su primera cita?
Tanto pasó durante ese tiempo y su amor se forjó con mucho amor, respeto y dedicación.
Esa tarde hizo que cerraran el local solo par traer a su esposa.
-Mi amor - acarició el pecho de él - que bonito está todo, me encantaron las rosas, la decoración de esta mesita
Juan Carlos acariciaba la espalda de ella y le daba besos de amor, pausados y tranquilos.
-Siempre lo mejor para ti, mi bella esposa
-Me recuerda la vez que me trajiste por primera vez, hablamos y se nos iba el tiempo
-Pasar el tiempo contigo es como estar presenciando el mar y sus olas suaves - sonrió mientras miraba los ojos de ella con su brillo especial - un momento de paz
-Un momento de paz cada vez que estamos juntos - rodeó el cuello de él con sus manos suaves
-Te amo, mi ojitos bonitos
-Te amo, mi amor - le besó por iniciativa - Te amo...Te amo... Te amo...Te amo
Cuando Refugio paró sus besos soltó una risita al ver como quedó marcado el labial de ella en los labios de él, él tenía una cara de tonto.
Definitivamente, Refugio lo tenía a sus pies.
-¿Como te atreves a parar? - la agarró más fuerte - Quiero más besos
Refugio continuó besándolo.
Se abrazaban, se amaban, sus ojos cerraditos, contacto de lengua, sabor, textura, dulzura, mordiscos cada tanto.
La beata sabía cómo besar a su hombre.
Un mesero carraspeó.
-Disculpen la interrupción, pero aquí esta lo que ordenaron
Refugio paró de besarlo.
-Gracias Manolo - contestó sin gracia
El mesero se retiró.
-No seas así
- Interrumpió tus deliciosos besos - le mordió el labio inferior
-Ya, mi amor
Juan Carlos la soltó de sus brazos, le separó la silla y esta se sentó.
Pasarían tomando su café tomados de la manos, en ningún momento dejaban de acariciarse, de sentirse.
-Me encanta el café de aquí, mi amor
-Me alegro que te agrade, hermosa
-Extraño a Valentina, mi amor
-Yo también, pero es bueno que te relajes un poco, mi amor. No quiero que te llegues a cansar de estar siempre en la casa
-Mi amor, para nada - tomó un sorbo de su café - amo estar con mis hijas, con las tres, llenan de alegría nuestro hogar
-Tienes razón, mi vida
-Además, salgo al Mercado o a veces con Julieta nos vamos por ahí a caminar
-Está bien, mi amor - le acarició la mejilla - Quiero que siempre vivas tranquila y rodeada de amor
-Lo estoy viviendo, mi amor - sonrió con ternura
Juan Carlos sonrió.
-¿Te gustó lo que te trajeron, mi amor?
-Sí, mi amor. Está todo riquísimo como siempre

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Mi Refugio de amor
RomanceContinuación de la historia de amor entre Cuquita y Don Veduras. Autoría: SofiN728