Déjame Consentirte

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Tarde.

Cuquita y Juan Carlos estaban en frente de la casa, Cuquita indicaba una nueva vida.

Ya no viviría en la vecindad, cambio que la entristeció.

-Mi amor, todas tus pertenecencias están aquí y María logró acomodar todo pero si ves algo que no te gusta lo mandas a cambiar con la muchacha que nos ayuda en la limpieza, ¿de acuerdo?

-Sí, mi amor

-Vamos entonces, mi señora

Juan Carlos de pronto alzó a Refugio, para seguir la costumbre cuando los recién casados entraban a su nueva casa.

-¡Mi amor, no! - reía Refugio

-¡Cómo no! Entraré con mi hermosa esposa a nuestra vida en esta casa

Y el caminó hasta la puerta y la bajó para abrir para después alzarla de nuevo.

Cuando entraron muertos de la risa, María bajó las escaleras con suma felicidad.

-¡Al fin llegaron!

-¡Mi niña! - bajó a Refugio con sumo cuidado

-¡María, te extrañamos mucho!

-Refugio - se lanzó a los brazos de Refugio con mucho amor

-¿Y yo qué?

-Ya voy papito - y abrazó a su papá

-¿Cómo les fue?

Y ambos se volvieron traviesos.

-Muy bien - respondieron juntos al darse un beso

-Ay no, parénle

-Otra Petita, mi amor

-Ya vi - respondió sonriente Refugio

-¿Vamos a nuestra habitación?

Ella asintió acariciando su pancita.

María con mucho cariño se dedicó a traer las maletas y ordenar unas cajas que hacían falta ya que la empleada no estaba ese día.

Juan Carlos le mostraba la hermosa habitación donde siempre dormirían juntos.

-¿Te gusta, mi reina?

-Me encanta - le acarició un brazo

Él la tomó de la cintura acercando la a él y le tomó las nalgas con fuerza.

-Muy pronto - volvió a ver la cama - la estaremos estrenando, mi ojitos bonitos

Ella metió la mano dentro del pantalón de él y tocó el sexo de su marido agarrando lo con deseo.

-Le gusta jugar, señora

-Y usted no se sacia nunca, señor

Se fueron al baño de la habitación y cerraron con llave. 👄

Juan Carlos le bajó el pantalón y la braga, la puso sobre el lavabo que había.

Refugio estaba más que excitada y con ansias de sentirlo adentro, el deseo sexual de ambos crecía desde que se enteraron del embarazo.

Él se bajó el bóxer con emoción, le separó las piernas, con la yema de los dedos índice y medio se cercioró que estuviera resbaladizo su alrededor.

Cómo incio del orgasmo que le regalaría a la beata le acarició por varios minutos los labios mayores y menores, con su otra mano tomaba un seno acariciando circularmente su pezón rígido por ciertos minutos haciendo que ella se retorciera sin piedad siendo más placer, después acariciaba los muslos por dentro, luego cuando veía que Refugio estaba gimiendo sin control la besó para callarla y como cereza del pastel pasó al botoncito del placer, acariciando la vulva de su mujer en círculos.

Mi Refugio de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora