Capítulo cinco: ¿Qué ha sido de ti?

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Era lunes por la mañana. Hacía dos días de que había visto a Hawks en el puente, cuando finalmente cruzamos palabra.

No quería parecer desesperada, pero anhelaba tanto verlo que inclusive pensé en regresar al mencionado sitio. Pero no lo hice.

En esos pasados dos días, no paré de sonreír como una tonta; mucho menos si lo primero que veía al despertar era la pluma roja que cayó frente a mí cuando él alzó vuelo.

Esa mañana me levanté sintiéndome como toda una ganadora, y la sensación fue intensificada cuando sonó «Man! I Feel Like a Woman!» de Shania Twain en el despertador de mi móvil.

Salí del blanco edredón de la cama. No tardé en coger la pluma roja; la presioné con ambas manos contra mi pecho mientras suspiraba girando y riendo enamorada.

Esa pluma se había convertido en un tótem de tantas emociones mezcladas que enardecían mi pecho haciéndolo vibrar.

Estaba tan contenta esa mañana que incluso comencé a bailar sola.

Si la memoria no me falla, usaba un pijama de doble pieza que constaba en pantalón y camisa manga larga. Las dos cosas eran de color borgoña con estampado paisley en tonos rosa con bordes rojos y azules.

Mi cabello era un total desastre, pero lo movía con entusiasmo y exagerado orgullo al ritmo de mi cabeza. Elevé las manos mientras mis pies danzaban coordinados.

Coloqué la pluma sobre la mesa de noche, que era de madera color rojizo al igual que el espaldar de la cama. Arreglé mi nido de descanso nocturno; después continué mi baile. Seguí mis pasos uno tras otro en tanto me quitaba el pijama quedando en mis bóxers de algodón blanco hasta llegar al lavabo.

Le regalé una sonrisa a mi reflejo en el espejo cuadrado previamente a lavarme los dientes. Reanudé con mi danza mientras me despojaba de mis bóxers y seguí con la rutina hasta tirar de la manija metálica de la puerta de cristal en la ducha. Giré el grifo; regulé la temperatura, y de un salto entré feliz a recibir el agua en mi cara y cuerpo.

Medité y medité en mi encuentro con Keigo. ¿Fue casualidad? ¿En verdad lo fue?

Sin importar nada de lo anterior, ya me había planteado el buscar la manera de verlo. ¿No? Aunque intentaría que pareciese una mera casualidad.

Esa mañana, hice todo lo que debía y me maquillé con tonos naturales después de hacerle unas suaves ondas a mi cabello. Me puse un bonito vestido blanco con estampado floral y un cárdigan de color caqui al igual que mis bailarinas y mi bolso de correa larga.

Aprovechando que debía hacer las compras para la semana y aunque papá no regresaría de su viaje de trabajo hasta dentro de unos pocos días, me pasé por el centro; justo donde había visto al héroe número tres a menos de una hora de mi llegada a Japón.

Las concurridas calles parecían más alegres de lo normal, o quizá era solamente mi estado de ánimo. Pero... todo lucía más vívido y colorido...

Caminé con entusiasmo mirando hacia los escaparates de cada tienda de ropa; me dije que el reflejo me ayudaría a ver hacia el cielo disimuladamente. Así mi diligencia secreta continuaría siendo «secreta».

No tuve suerte alguna mientras deambulé por la zona comercial. Eso me había desanimado un poco.

Después de un rato, no me quedó más remedio que dirigirme al supermercado para comprar lo necesario para la alacena y el frigorífico. No debía olvidarme de añadir algo de fruta.

Vagué por los pasillos del concurrido establecimiento empujando la carretilla de compras, mientras tarareaba la música instrumental clásica que sonaba a volumen moderado.

CONCEDIDO ━━ [FINALIZADA] 《58》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora