Capítulo dieciséis: Eres y serás

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Nada como las reconciliaciones...

Era todo en lo que podía pensar, mientras recibía esa dosis de besos apasionados que tanto necesitaba por parte de quien acababa de convertirse en mi prometido.

Parecía que apenas nos reencontrábamos después de muchísimos años sin vernos.

Nos besábamos como si no nos importara nada más, como si todo se hubiese acabado fuera de nuestra burbuja de ensoñación; como si esa era la última vez que podríamos hacerlo.

No conseguíamos dejarnos ir. O era mejor decir, que no queríamos.

Seguimos besándonos aún cuando era mas que notable que nuestros pulmones necesitaban recuperar el aire que habíamos perdido, y continuamos haciéndolo incluso después de que los turgentes y enrojecidos labios ya se habían cansado.

Keigo me tomó de las manos entrelazando sus dedos con los míos, mientras se separaba de mi boca dejando su frente apoyada contra la mía.

Sonrió manteniendo los ojos cerrados.

—No puedo creer que me dijeras que sí —Fue lo primero que dijo después de que solamente nos habíamos dedicado a recuperar un poco de aliento.

Sin soltar mis manos, atrapó entre sus dedos índice y pulgar, el anillo en mi anular.

—Y yo no puedo creer que me hayas pedido ser tu esposa —murmuré antes de sonreír mordiéndome el labio inferior.

Me sujetó la cara con gentileza haciendo un poco de presión en mis mejillas en tanto me dejaba un beso en la frente. Después me abrazó al tiempo que inspiraba con intensidad.

—Te lo dije en aquella ocasión: soy una criatura esencialmente egoísta». Me siento indigno de ti, pero aún así no quiero perderte.

—No me digas eso —le pedí aferrándome a su pecho desnudo.

—Perdóname. Lo siento. De verdad lo siento. No es mi intención romper nuestro acuerdo, pero no puedo simplemente ignorar que nunca he sentido merecerte.

—Kei, por favor no me digas eso.

—Fuiste, has sido, eres y serás lo único especial, bueno y puro que me ha pasado en la vida, [Tn]. No puedo dejarte ir. No puedo. No me imagino sin ti.

—Pues no lo hagas —dije casi en un susurro. Me separé de su pecho. Necesitaba verlo a los ojos—. Porque tampoco consigo imaginarme sin ti. Te he amado desde siempre. Eres todo lo que conozco, todo lo que quiero y todo lo que necesito.

—¿Acaso quieres que me vuelva aún más loco por ti? —me preguntó sonriendo con agrado e ilusión.

—No lo sé —me mordí el labio inferior fracasando en mi intento por no devolverle el gesto—. ¿Está funcionando?

—No tienes idea —me dijo, antes de levantarme en volandas.

Solté un chillido precedido de una risilla, justo cuando comenzó a girar conmigo en sus brazos. Saltó agitando sus alas hasta que aterrizamos en la cama.

Se recostó contra la cabecera de tapiz negro dejándome acomodada en su regazo, con la espalda apoyada en su pecho y mi cabeza en su clavícula derecha.

Mis ojos se fijaron en nuestras manos que, entrelazaban los dedos a poca distancia de mi cara.

—Quisiera quedarme así todo el día —murmuré.

—También yo mi amor —Me dio un beso en la coronilla de la cabeza—. Pero debo llevarte a casa de tus padres. Tienes que arreglar todo con ellos antes que nada.

CONCEDIDO ━━ [FINALIZADA] 《58》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora