Capítulo trece: Fue un hermoso sueño

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El día siguiente, después de una hermosa noche en París con el hombre de mi vida, mis padres me llamaron para felicitarme por mi cumpleaños.

Por suerte, Keigo me había dejado en los dormitorios en horas de la madrugada. No quería ni pensar en lo que habría sido de mí, si ellos hubiesen sabido que su hija estaba en el otro lado del mundo sin su consentimiento.

Aunque si algo hubiera salido mal, afortunadamente —para mí—; Ava me habría cubierto. Ya se había vuelto mi cómplice de todas maneras. Y era la única persona que estaba al tanto de mi relación con el héroe número tres de Japón.

Volviendo al tema de mis padres; mi querida madre me pidió que fuera a casa el fin de semana para celebrar juntas. Así que desde luego, me tendría allá el domingo por la mañana, porque mi padre deseaba tenerme con él a partir del viernes. Me iría de Boston después de clases.

Claro, mis amigos no me dejaron dormir ese lunes por la noche. No importaba el día si se contaba con la excusa perfecta para hacer una fiesta que... en realidad salió mal.

Bueno, no es que hubiese sido culpa de nadie, es solo que las amigas que mi madre había elegido para mí, fueron prontas a comentarle que no estaban de acuerdo con mis nuevas amistades.

Catalogaron a Ava como una «mujer fácil», «mala influencia», «adicta a las fiestas, drogas y alcohol», y a mis amigos... Ni siquiera quiero comenzar a enumerar las etiquetas que usaron para encasillarlos en un espacio que en realidad no tenía nada que ver con ellos.

Desde luego, mi madre no me diría nada de nada hasta que estuviese en casa. Pero de nuevo... ¡Estoy adelantándome con mi historia! ¡Ugh...! Perdón. Soy terrible.

El día miércoles decidí salir de compras porque deseaba lucir linda para mi cita con Keigo el viernes. No usaría una aerolínea con destino a Japón, porque mi novio sería el responsable de transportarme.

Lo echaba tanto de menos que me parecía que nuestro paseo por París la noche previa al día de mi cumpleaños, había transcurrido hacía muchos años.

Estaba realmente emocionada por volver a verlo. Pobre de mí; todavía no tenía idea de que esa semana sería una de las mas tristes y caóticas de toda mi vida. Pude haber muerto, y no es una exageración; pero no tenía quejas de nada.

Pero, antes de que eso ocurriera, me entregué enteramente a mis deberes como estudiante modelo.

El día viernes por la tarde, Ava me llevó al aeropuerto en su Jeep de color rosa que parecía recién sacado de una caja de accesorios de Barbie.

—Pásalo bien, y por todos los cielos, ¡ya cómete a ese hombre! —exclamó, con acento de indignación, broma, regaño e impaciencia.

Me encontraba fuera del Jeep, a punto de cerrar la puerta.

—¡¿Qué haré contigo?! —me quejé sin poder suprimir una sonrisa. Creo que me sonrojé. Mi cara ardía.

Ava rodó sus preciosos ojos azules antes de pasarse las manos por su perfecto y sedoso cabello rubio.

—¡Complacerme y regresar de Japón con la noticia de que ya te comiste a ese bombón!

—¡Eres imposible! —le increpé riendo. Cerré la puerta después de darle las gracias por haberme llevado al aeropuerto.

—¡Paz, perra! —me dijo, haciendo la señal de la victoria. Le mostré la lengua antes de que se marchara.

Tomé un desvío dentro del aeropuerto, ya que mi novio me esperaba en una sala vacía.

Me colgué de su cuello. Él giró conmigo en sus brazos. Tuvimos que dejar pendiente el saludo de besos candentes porque queríamos llegar a Japón cuanto antes.

CONCEDIDO ━━ [FINALIZADA] 《58》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora