Un extraño aunque familiar sonido me alertó. Me encontraba recostada en la cama enviando y recibiendo mensajes en el chat de grupo con dos de mis amigas de la universidad, así que miré la hora en la esquina izquierda de mi móvil. Faltaba un cuarto para las ocho de la noche.
Me senté mirando hacia la ventana. Sonreí como tonta puesto que de la silueta que observaba a través de las cortinas blancas casi transparentes, sobresalían dos preciosas alas de plumas rojas.
Dado que estaba vestida con la ropa que había usado durante el día —vaqueros azules y una camisa manga larga de color rosa—, No tardé en caminar en calcetines por toda la alfombra gris con dirección a la ventana para asomarme entre las cortinas.
Enarqué la ceja cruzándome de brazos.
Keigo me sonreía casi infantil; cual niño travieso.
—¿Contraseña?
Rodó los ojos fingiendo falta de interés. Después esbozó una sonrisa algo avergonzada.
—«All Might y Endeavor son los héroes más geniales de toda la historia».
—Acceso: concedido —murmuré. «Así que lo recuerdas». Pensé sonriente mientras quitaba el seguro que mantenía unidas las tapas de la ventana.
Vestía de vaqueros azules y camisa negra manga corta algo ceñida a los brazos y el torso. La primer prenda también le quedaba bastante ajustada. Calzaba zapatillas deportivas blancas hasta el tobillo. Llevaba las agujetas holgadas y sin atar.
Lucía tan guapo así, casual, con el cabello lacio perfectamente rebelde como siempre... Su suave y fresco perfume otra vez se había adueñado de mis fosas nasales.
—Hola —me dijo, como si no hubiésemos intercambiado varias palabras.
—Hola —le saludé, devolviéndole el refrescante gesto.
—¿Te apetece acompañarme? —preguntó elevando con la mano izquierda frente a mí, una bolsa de plástico de color blanco.
Divisé una lata de café y una de leche de chocolate.
Podría no ser la gran cosa para otra persona, pero sí que lo era para mí; porque él recordaba que era mi bebida enlatada favorita.
—Claro —respondí.
Iba a retroceder para dejar que entrase, pero me extendió su mano antes de que yo reaccionara.
Juro que no había malicia en mi accionar. Quizá todo se debía a que cuando éramos niños, en algunas ocasiones Keigo entraba a mi habitación.
Aunque la mayoría del tiempo nos sentábamos en el techo de mi casa para ver las estrellas mientras hablábamos de todo y nada.
Miré su mano y luego busqué sus ojos, confundida.
—No es correcto que entre a tu habitación —me dijo con acento amable y considerado. Su sonrisa sin mácula me presentaba el niño encantador que solía ser—. Ahora somos dos adultos y no unos críos.
Me limité a sonreír ligeramente mientras tomaba su mano.
Tan pronto como me ayudó a cruzar a través de la ventana, me cogió en sus brazos y me llevó al techo de la casa. Justo como en los viejos tiempos.
Nos sentamos al lado del otro. Nos regalamos una sonrisa cuando me dio la bebida en lata, la cual, chocamos contra la otra después de abrirla. No tengo idea del motivo, pero parecía que brindábamos por algo.
—Es agradable que hubieses venido —dije, para romper el silencio.
—Honestamente... —murmuró sonriendo con sutileza mientras observaba la bebida que sostenía con ambas manos. Después me miró con fijeza—. No pude esperar hasta el sábado para verte.
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CONCEDIDO ━━ [FINALIZADA] 《58》
Fiksi Penggemar[Hawks x Lectora] El primer amor es un hermoso sentimiento que nace en el momento menos esperado, y, que se queda contigo a lo largo de tu vida. Lo pude comprobar cuando lo vi después de tantos años, volando por los cielos con esas rojas y bellas al...