Capítulo diecinueve: Oh là là

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*Nota: por mi parte habria querido compartirles la imagen sin la carita de conejita con ojos llorosos —justo como me sentí al ver tremenda obra de arte—, pero no quiero que Wattpad me sancione o algo por el estilo. 😅

Creo que ya he corrido el riesgo de que alguien de mal corazón lo reporte. 🥲

En fin, a lo que vamos, cosas bellas. A lo que vamos. 🌸

Por la mañana siguiente, después de mi noche de bodas, abrí los ojos suspirando invadida por una sensación de confort y comodidad

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Por la mañana siguiente, después de mi noche de bodas, abrí los ojos suspirando invadida por una sensación de confort y comodidad.

Lo primero que vi fue la linda carita del niño que se convirtió en hombre, de ese hombre que se volvió mi novio, y que, con el tiempo, me hizo su mujer. Su esposa.

Keigo suspiró casi despertando también. Sonrió abrazándome fuerte. Después abrió los ojos. Parpadeó un par de veces como si algo no estuviese bien, aunque no tardó en recuperar el lindo gesto de antes.

Lo abracé contra mi pecho antes de que pudiera darme los buenos días. Y, aprovechando que mi boca estaba lejos de su cara, porque yo reposaba la quijada sobre su cabeza, le dije que iría al baño.

Venga ya, que era mi primer día de casada. No quería matarlo con mi mal aliento.

Me pidió que me quedara así por un momento, porque se sentía demasiado bien. Lo complací, y entretanto le acaricié el cabello.

No conté con el hecho de que era muy sencillo hacer que se quedase dormido si hacía esto.

Sonreí cuando logré salir de la cama sin despertarlo.

Sentí un poco de vergüenza cuando noté varias manchas rojas en la blancura de la sábana. Abrí las piernas en tanto bajaba mi rostro. También en mi piel cerca de la ingle había algunos parches de sangre seca.

Fruncí los labios, a nada de sonreír pensando, que le había entregado a Keigo mi virginidad.

No me arrepentía de nada, excepto de haberme dejado embaucar por mis inseguridades y todos esos temores que no me aconsejaron bien. Por poco arruiné mi luna de miel por tonterías que no debía tomar en cuenta.

Aunque, habría sido hipócrita de mi parte si hubiese dicho que ya lo había superado. Todavía lidiaba con muchos agobios, pero no era nada intenso como la noche anterior. Le atribuí todo a mis nervios que debían ser los causantes de multiplicar mis aflicciones.

Pero era suficiente. Ya no quería pensar en ello.

Elevé la mirada y me dediqué a contemplar a Keigo sin poder borrar de mi cara la sonrisa de tonta enamorada.

Se removió acomodándose boca arriba, con la cara hacia el extremo derecho y sus manos sobre las almohadas a la altura de los hombros; dejó la pierna izquierda separada de la derecha, que se hallaba flexionada hacia dicho extremo.

Estaba totalmente desnudo, aunque una pequeña fracción de tela le cubría esa parte interesante que me había causado estremecimiento la noche anterior; cuando finalmente pude verlo.

CONCEDIDO ━━ [FINALIZADA] 《58》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora