La sonrisa de tonta enamorada no se iba.
Casi no había dormido la noche anterior pensando en el tiempo compartido con Keigo en el techo, y mucho más, en la manera en que me sentí cayendo con él desde lo alto.
No paraba de suspirar recordando que después de que lo abracé tal como me lo pidió como condición para extender sus alas, nos quedamos mirando sin decir nada; como si no importase que descendíamos a velocidad alarmante. Y, después, sus brazos me sujetaron de una manera que me hizo estremecer.
Su cuerpo y el mío compartiendo calor. Nuestras miradas conectadas. Era perfecto...
Excepto por el hecho de que continuábamos cayendo.
Sus alas rojas se desplegaron y comenzamos a ganar altura nuevamente. Después regresamos a la ventana de mi habitación donde me ayudó a cruzar antes de darme las gracias por haberlo recibido.
Me dio un pausado beso en la frente antes de darme las buenas noches.
Es poco decir que se me erizó hasta el alma.
—¿Nos vemos el sábado? —me preguntó mirándome de manera penetrante.
—Sí —le respondí sonriendo. Fingía serenidad, aunque mis piernas flaqueaban—. Hasta el sábado.
—Que descanses —me dijo.
Tenía ganas de pedirle que se quedara más tiempo, porque un poco más de una hora compartida era nada a comparación de lo mucho que deseaba tenerlo cerca. Pero callé.
—Descansa —le respondí.
Con esos fragmentos recientes dando vueltas en la cabeza, le sonreía a mi reflejo en el espejo.
Es increíble la diferencia que hace el estar ilusionada con una persona. Tus ojos ganan un inexplicable brillo que ilumina tu ser. Es notable.
La chica apagada era una extraña a comparación de esa nueva versión que me devolvía la sonrisa a través del cristal del lavabo.
Era hora de quitarme el pijama, pero decidí que antes que nada, haría honor a «U Can't Touch This» de MC Hammer, que era lo que sonaba en mi móvil para amenizar mi momento de aseo personal en el cuarto de baño.
La temperatura de la ducha —ya regulada— me esperaba. Mi día apenas comenzaba y yo sentía que el mundo era mío.
Amaba esa versión nueva y mejorada de mí misma.
***
Triste, pero cierto; el reloj que parecía jugar con mis nervios ni siquiera rozaba las cinco de la tarde, cuando ya me encontraba sentada en el sillón unipersonal del salón de estar.
Para ser exacta, eran las cuatro y media.
¿Por qué el tiempo avanza lento cuando lo único que deseas es que vuele? Es como si se detuviese a tomar un café mientras te observa con viva diversión asomándose en sus ojos.
Me había alaciado el cabello y maquillado con tonos naturales. Estaba usando un vestido de color rosa ajustado del busto a la cintura y holgado hasta las rodillas. Calzaba unas bailarinas de charol tono piel a juego con el bolso de mano de correa larga. Alrededor de mi cuello llevaba una delgada cadena dorada del cual colgaba un pequeño dije con forma de sol. Mi perfume era suave, fresco aunque algo dulce.
Tuve la suerte de que ese día, era uno de esos en los que las hormonas aportan lo suyo permitiendo que me sintiera guapa; tan guapa como lucía.
No he de negarlo, siempre fui linda aunque nunca rocé la línea de la belleza exótica y despampanante —e irreal— con que los hombres fantasean. Pero tenía y sigo teniendo lo mío.
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CONCEDIDO ━━ [FINALIZADA] 《58》
Fanfic[Hawks x Lectora] El primer amor es un hermoso sentimiento que nace en el momento menos esperado, y, que se queda contigo a lo largo de tu vida. Lo pude comprobar cuando lo vi después de tantos años, volando por los cielos con esas rojas y bellas al...