Capítulo diecisiete: Por lo que me reste de vida

1.1K 308 67
                                    

—No puedo creer que esto este pasando —murmuré aferrándome a los antebrazos de Keigo, que me mantenía sentada en su regazo.

Sus alas nos envolvían en un cálido abrazo protegiéndonos de la frescura de la noche.

Nos encontrábamos en el techo de la casa de mi mamá, ya que él se había quedado a pasar el día entero con nosotros.

Las luces de la ciudad se veían preciosas a la distancia. Y en la zona residencial, muchos niños jugaban fútbol en las calles vacías.

—Tampoco yo —murmuró apoyando su mejilla derecha sobre mi cabeza—. Me alegro mucho porque todo se haya solucionado con tus papás.

—Creo que debí hablar con ellos mucho antes —admití—. Pero de otra manera —reí—, y no actuando como si fuese una hija malagradecida.

—No eres tal cosa —declaró—. Eres una buena hija, [Tn].

Lo escuché un poco apagado.

—¿Qué sucede? —pregunté girándome hacia él.

Lo tomé de las mejillas y él ladeó el rostro para sentir más mi tacto en tanto me cogía de las muñecas.

—Es solo que... —suspiró—. A diferencia de ti, que te has dedicado a tus padres; siento que yo abandoné a los míos. Sumando que... Nunca pude perdonarlos. No del todo.

—Ey... —dije con afecto y consideración—. No digas eso.

—Hay tanto que pude hacer mejor, pero... En ocasiones, y en muchas situaciones... En verdad me siento atado. Como un completo inútil. Tal cual me sucedió con el incidente de las vías que te dejó postrada en cama. Justo como lo advertí cada día que pasaba sin que despertaras. Exactamente como lo sufrí cuando te vi con alguien más.

—Oye... No digas esas cosas. Ya lo hemos hablado, ¿no?

—No es que desee aferrarme a ello —declaró mirándome con obvia honestidad—. Son solo ejemplos de esa sensación de inutilidad. ¿Me entiendes? —Asentí—. Y con mi madre... He tratado, pero simplemente....

Me puse de rodillas y lo abracé dejando su mejilla contra mi pecho.

—No sigas —le pedí, instantes previos a darle un beso en la coronilla de la cabeza—. Lo resolveremos juntos, ¿vale?

Asintió.

—No sé qué haría sin ti.

—Serías Hawks. El héroe alado, dueño de las alas rígidas —lo separé de mi abrazo volviendo a cogerlo de ambas mejillas para que me mirara a los ojos—. Eres quien eres porque es lo que has decidido. Y estoy muy orgullosa de ello.

—¿Lo dices en serio?

—No tengo ninguna duda —declaré con honestidad—. Pero... Eres mejor estando conmigo —bromeé.

Los dos reímos con suavidad.

—Eso no lo dudo ni por un momento. Eres mi sol, después de todo.

—Y tú el mío —dije casi en un susurro.

Nos dimos un suave y tierno beso. Cuando nos separamos con lentitud de la boca del otro, esbozamos una sonrisa de bobos.

—Creo que es la hora de que te despidas de tus papás. Debo ir a dejarte a los dormitorios.

—Tienes razón —convine, poniéndome de pie.

Le ofrecí la mano. Él sonrió antes de que, en un rápido movimiento, me levantara en volandas. Reí abrazándolo del cuello.

Cielos... Ese era otro día sumado a mi colección de las memorias felices.

Rezaba porque el tiempo pasara volando y que se llegase mi graduación. Quería casarme con Keigo y ser quien lo despertara por las mañanas, quien lo atendiera antes de que se marchara a realizar sus deberes; quien lo recibiera al final de cada jornada. Adoraba la idea de vivir con él.

CONCEDIDO ━━ [FINALIZADA] 《58》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora