capitulo 17( mentiras y verdades )

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Después de mucho dormir, Becky abría sus pesados pero descansados parpados tras un largo sueño por esperar la llegada de la madre y el hermano de Freen. Al despertar vio que se había dormido sin darse cuenta, y que además ya era de noche.

-¡Carajo!, ¡Ya es de noche! -exclamó ella sorprendida mirando por la ventana. -¡¿Por qué nadie me ha despertado hasta ahora?!

Nerviosa y avergonzada por haberse dormido sin más, salió de su habitación al pasillo que estaba a oscuras. Todo estaba en silencio y no había signos de que Jon el mayordomo andará por ahí. Por cómo estaba el lugar,
Becky dedujo que los familiares de Freen no habían llegado a la mansión, cosa que en parte la alivió, pues se sentiría muy acongojada de conocerlos y de lo que pudieran pensar de ella, pero por otro lado Freen se sentía apenada por Freen, sabia Becky que le hacía ilusión ver a su madre y su hermano. Preocupada quiso verla, pero no sabía dónde estaba la habitación de ella, o si siquiera estaba allí en ese momento.

«Madre mía, que oscuro» pensó ella algo aterrada al ver el pasillo. Se sentía como en la casa del terror. Apenas veía por donde iba. «Cuanto echó en falta a Jon en estos momentos.»

Caminando sin rumbo y con los brazos pegados a su pecho temblando de miedo, pudo al final visualizar una fina luz de una sala y ruidos que provenían de allí. Aliviada y contenta caminó rápido hacía allí, pero entonces empezó a escuchar mejor lo que pasaba.

-Freen... Freen...

-¡Oh Dorian...!

Becky pudo reconocer la voz de Freen en esa habitación, posiblemente la suya propia, pero no reconoció la otra, solo que era de un hombre joven, tal vez de la edad de la morena. El sonido que hacían ambos daba extrañas visiones a Becky, visiones que le daban escalofríos. Las voces sonaban como si estuvieran gimiendo de placer y la pobre Becky definitivamente no quería pensar que era eso. Tragando saliva caminó sigilosamente hacía el umbral de la puerta entreabierta, para así poder ver por ella; lo que vio la dejó petrificada y horrorizada.

Freen estaba en compañía de un joven de pelo negro y ojos cafe como ella, sentada de piernas abiertas sobre ese joven, abrazándolo por el cuello mientras lo besaba con deseo. La morena estaba medio vestida con una bata corta que apenas tenía bien puerta, dejaba al descubierto su cuerpo ante ese joven que la besaba y acariciaba el cuerpo a placer, haciéndola gemir y estremecerse. Becky pudo saber que su amada Freen se entregaba físicamente a ese joven en ese momento por como movía las caderas, y por como ese joven le sujetaba un muslo con la mano, y la otra mano sujetaba la nuca de la morena. El pecho de ese Dorian estaba abierto y la morena dejó de besarlo para bajar y lamerlo y acariciarlo.

-Vaya, Freen, sí que necesitabas de esto esta noche... -comentó Dorian mirando a la morena-. ¿Tanto me necesitabas?

-¿Acaso lo dudas? -preguntó la morena volviendo a alzar la cabeza mirándolo a los ojos- Yo siempre te necesito para esto... Tanto como tú a mí, ¿verdad?

-Pues claro.

Ambos volvieron a besarse mutuamente sin dejar de abrazarse y entregarse al otro entre las piernas. Becky no podía creer lo que estaba viendo, y no quería ver más pero el cuerpo no le hacía caso. Esa escena la excitaba de alguna forma. En su imaginación imaginó a Freen desnuda, pero en la realidad era mucho mejor. No la veía bien desde ahí, pero igualmente le gustaba verla así. Mientras, a Freen le dio un orgasmo entre sus piernas y dio un gemido en alto aferrándose a su hermano, esté no dejo de moverse complaciendo a la morena hasta el final. En ese momento, miró a la puerta y pudo ver a la rubia que miraba la escena. Ambos se vieron y Dorian solamente le sonrió sarcástico. Becky sonrojada se apartó de la puerta y desapareció de allí corriendo con rapidez.

-¿Es esto... lo que querías que viera? -preguntó Dorian a la morena sonado irónico.

-Desde luego, muchas gracias. -agradeció ella sobre su hombro dejándose llevar hasta el final.

Era muy temprano por la mañana, unas 4 horas antes de que empezaran las clases del primer día de la semana. Ese día empezaban los exámenes finales donde todos debían demostrar que habían estudiado y aprendido todo lo explicado. Muchos de los estudiantes más aplicados se levantaban temprano para seguir estudiando, pero también lo hacían lo que les costaba más.

En esos momentos, intentando no llamar la atención de las demás estudiantes del dormitorio, iba Becky caminando por el pasillo sin poder sacarse esas imágenes de su cabeza. Cargada con la mochila llena de libros y vestida con ropas mal puestas, caminaba Becky apresurada hacía su cuarto, pálida y aterrada por algo que no quería creer.

Vio hacía unos momentos al amor de su vida, Freen Sarocha, intimando profundamente con un hombre, con su propio hermano.

La escena intima se repetía en su cabeza como un DVD rallado en esa parte, torturándola por doquier. Su cuerpo ardía y su corazón palpitaba con fuerza a punto de salirle disparado por el pecho, y eso hacía que sudara un poco por la frente bajo esos ojos en órbita temblorosos e irritados. Deseaba con todas sus fuerzas que esa escena no fuese real. Que fuera su imaginación y nada más.

"Vaya, Freen, sí que necesitabas de esto esta noche" sonaban ecos en la cabeza de Becky: "¿Tanto me necesitabas?" "¿Acaso lo dudas? Yo siempre te necesito para esto... tanto como tú a mi ¿verdad?" "Pues claro" esa conversación se repetía una y otra vez en la cabeza de la rubia.

Becky no reconocía para nada a la Freen de ese momento. No se parecía en nada a la amable y sincera Freen Sarocha que conocía. Esa chica de pelo negro medio desnuda, sexual y atractiva no era Freen, no lo era. Eso quería pensar Becky, pero no podía por más que lo intentará. El verla con esas pintas era lo más excitante que había visto en años comparado con las fantasías que tuvo de Freen, verla real, sensual y desnuda lo superaba todo.

«¿Qué puedo hacer ahora? ¿Qué ha pasado en esa casa? ¡No entiendo nada!»

Becky llegó finalmente a la puerta de su dormitorio, entró y la cerró de un portazo tirando sus cosas al piso sin más, cubriendo sus ojos. Lloraba en ese momento totalmente deseskkkperada y dolorida. Apoyada en la puerta, se deslizó hasta quedar sentada allí mismo.

-No... No era ella, ¡No era mi ángel!

-¿Becky?

La rubia quedo petrificada al oír una voz en ese momento y en ese lugar. Al alzar la mirada empapada en lágrimas vio a su mejor amiga Irin, quien ante esa escena estaba de piedra con una expresión de sorpresa y preocupación. Becky había olvidado durante unos momentos que compartía habitación con ella desde que empezó su carrera en esa academia. Deseo estar sola y pensó que allí podría estarlo para que nadie la viera así. Entendió que era un deseo imposible y que su mejor amiga la había visto llorar.

Becky, ¿Qué te pasa? -preguntó Irin yendo a ella, arrodillándose ante su amiga en la puerta- ¿Qué ha pasado?

La rubia no podía hablar ni moverse, ni tampoco deseaba hablar y explicarlo, lo que le pasó hacía un rato. La mente la tenía hecho un lío y la garganta la sentía irritada, igual que sus ojos rojos de tanto llorar. Dolida y avergonzada, Becky escondió su cara sobre sus brazos cruzados y sobre sus piernas curvadas contra su pecho, encogida entre lloros y sin decir nada. Irin no entendía que ocurría, pero tenía por seguro que la culpa debía tenerlo Freen. Ahora la odiaba más que antes. Antes por haberle arrebatado a su mejor amiga, ahora por hacerla llorar de esa manera. Enfadada cerró las manos con fuerza mientras apretaba los dientes con frustración.

-¡Maldita Freen! Esto no se lo perdonaré nunca -juró la castaña enfurecida como una mona.

Becky pudo ver el cabreo de Irin, en el fondo estaba agradecida por esa preocupación. En esos momentos odiaba a Freen por haber hecho lo que hizo justo después de confesarle sus sentimientos, pero, por otra parte, se sentía culpable de ello. En mente tenía una posible explicación a ese comportamiento; ella misma... El haber sido "rechazada" debió afectarla y por ello quiso cariño.

-Puede que... sea por mi culpa -pensó ella dolida y culpable. ¡Soy una maldita cobarde! Se decía entre llantos.

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