capitulo 48 (aún sigue apareciendo más sorpresas)

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Tras asegurarse de que Becky llegaba bien a su habitación, Freen regresó a casa para reunirse con su madre; al parecer quería hablarle de algo importante. Por el camino se cruzó con su hermano mayor y prometido Dorian. Él salía de su habitación con la mirada perdida.

―Dorian ―al oírla, él la miró primero sorprendido, luego alicaído―. Buenas noches.

―Buenas noches ―saludó él cabizbajo―. ¿Querías algo de mí?

―Nada. Solo quería saludarte ―dijo ella al verlo tan cauteloso con ella―. Oye, ¿sabes dónde está Baeng?

―Acabo de verlo llegar con una chica en brazos y entrar en su habitación.

―¿Una chica? ―preguntó ella con el ceño fruncido. «¿Irin?», pensó ella.

―Sí, creo que ha bebido de ella y por ello estaba medio desmayada de éxtasis.

―Ya veo ―entendió Freen, frustrada por esa situación. Ella misma puso a esos dos juntos, tenía que resignarse―. Gracias por informarme ―agradeció ella. Vio que él apenas la miraba―. Está claro que no estás de buen humor conmigo. Te dejaré tranquilo pues.

Freen pasó por delante de él con paso ligero, pero antes de alejarse demasiado, él la abrazó por detrás, rodeándola entera con ambos brazos con fuerza, pegándola a su pecho.

―Perdóname, por favor. No quería hablarte así ―murmuró él, sonando apenado.

―Está bien ―aceptó ella apoyándose en su hombro―. ¿Estás así por mi relación con Becky?

―Estoy así por temor a las secuelas que dejan en ti esa relación.

―¿Secuelas?

Freen se apartó de Dorian para volverla  a mirarse cara a cara. En verdad él estaba preocupado rozando al temor. Entonces cayó; él hablaba sobre lo ocurrido con Baeng, en cómo reaccionó ella cuando su hermano menor intentó propasarse con Becky por haberse quedado sin sus juguetes por culpa de Karmila. Ella había reaccionado de forma muy negativa, casi oscura.

Entendió que él tuviera miedo y por ello, seguramente su madre la había llamado.

A Freen no le gustaba nada ver a su querido hermano y prometido con ese temor por ella, tampoco quería ver esos celos ―porque los había, sin duda― en él. Creía que los había superado, pero estaba claro que eso no sería posible, al menos no de momento.

Nada le gustaría más que hablar con él largo y tendido para intentar calmarlo, pero tenía un compromiso con su madre y no quería hacerla esperar, a ella no.

―Tengo que ir con mamá. Es urgente ―dijo ella, entonces se acercó a él y le dio un beso tierno en la mejilla―. Hablaremos luego.

―Freen... yo...

Su hermana no le dejó seguir. Selló sus labios con el dedo índice y corazón, antes de darse la vuelta con una sonrisa fraternal e irse a reunirse con su madre en el despacho, a pocos pasos de ellos. Dorian no se movió de su sitio, ni siquiera cuando Freen entró en el despacho y cerró la puerta. Se sentía frustrado y enfadado consigo mismo por poner en duda los sentimientos de su hermana por esa humana, por dejarse guiar por sus miedos.

―Maldita sea…

Dicho eso se marchó de allí sin un destino concreto. Solo fue a tomar aire.

Una vez dentro, Freen abrazó a su madre con cariño y felicidad. La quería como nadie en toda su existencia y su madre le correspondía igual. Amanda no perdió ocasión de acariciar con ternura el rostro de su hija, tan parecido al suyo, pero más joven y guerrero.

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