capitulo 46 ( amor y determinación)

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Freen quedó asombrada como nunca antes. Su rostro volvió a ser el de siempre.

―Becky, tú...

―Sé que puede parecer una locura, pero desde la otra noche me siento protegida en todo momento… siento que tú siempre estarás en mi vida ―confesó Becky ―. A pesar de todo lo que has hecho para tenerme acabaste confesando y pidiendo perdón por ello. Y has compensado esos errores con hechos, eso es suficiente para mí ―soltó su rostro pero no dejó de mirarla a los ojos―. Créeme cuando te digo que estoy bien, estoy mejor que nunca cuando estoy contigo. Me gusta ser la amante de la Reina de la sombra. No suena tan mal después de todo.

La vampira no daba crédito a lo que oían sus oídos y lo que veían sus ojos. Aquella humana le estaba diciendo que estaba feliz a su lado a pesar de todo lo que había hecho y había ocurrido desde que se cruzaron.

En ese momento, Freen veía a un verdadero ángel en la tierra enamorada de ella, ruborizada y atractiva con esa hermosa sonrisa dibujada en el rostro. Era incapaz de dejarla escapar.

―Dilo otra vez... ―pidió Becky de golpe. Freen la miró confundida―. Quiero oír de nuevo aquello que le has dicho a Irin antes.

―¿Lo de antes? ―preguntó Freen aún confundida, entonces lo supo.

«Becky me ama a mí, como yo la amo a ella».

―Nunca pensé oírlo de alguien sin titubear ―dijo Becky ruborizada de gozo―. Dilo otra vez.

―C-Claro… ―aceptó la vampira. Y pensar que dos palabras hacen que se ponga así, pensó ella con ironía―. Te amo, Becky.

Al escucharlo Becky sonrió de felicidad y la agarró de ambas muñecas con sus manos.

―Otra vez.

A Freen hasta le hizo gracia ese juego. ―Te amo, te amo… te quiero más que a nada ni a nadie en este mundo ―dijo con voz ronca.

Becky la miró de forma distinta, de estar feliz a estar excitada. Sus manos subieron por los brazos de Freen hasta apoyarse en sus hombros para así pasar al pecho sin dejar de mirarla a los ojos. 

―¿Estás segura de eso? ¿Qué pasa con Dorian?

―Ya hablaremos de eso en otro momento ―dijo Freen aprovechando la distracción de Becky para cogerla por la espalda y alzarla hasta pegarla al pecho, la besaba en la clavícula. Becky se estremece de placer al sentir sus labios ahí―. ¿Sabes?, hoy me has enseñado muchas cosas de ti.

―¿A sí?

Freen lo afirmó con sus labios besando su escote y continuó: 

―Me has mostrado un lado tierno y seductor que nunca he visto en ti hasta ahora ―explicó con una sonrisa hambrienta y seductora. Becky ante eso se ruborizó como suele hacer, cosa que le encantaba a la vampira―. Sería maravilloso que también me mostrarás tu lado más oscuro, como he hecho yo.

―¿Mi lado oscuro, dices? ¡Ah!

Freen se puso en pie con Becky cogida contra su pecho, quien rodeaba la cintura de la vampira con sus piernas. Sin dejar de mirarse a los ojos, Freen la echó en su cama sin soltarla, quedando en la posición de antes pero en un lugar mucho más cómodo que el suelo de la habitación. Becky fue incapaz de aflojar sus piernas y Freen tampoco quiso que se soltase. Era muy excitante.

Entonces, para asombro y gusto de la rubia, Freen abrió el sujetador por el cierro frontal y con los pechos libres empezó a masajear y apretar uno con cada mano, excitándola.

―Aquella noche que te invité a mi casa por primera vez y cenamos juntas estuviste algo borracha y drogada ― Becky la miró con el ceño fruncido―. Lo sé, eso fue cosa mía... lo siento, bueno, en realidad, no lo siento ― Becky quiso protestar pero las caricias en sus pechos no la dejaron seguir―. Al tenerte en la cama ―prosiguió Freen―, pude descubrir a una Becky armstrong que no era tímida; se dejaba llevar por el deseo y el placer sin ningún pudor. ¿Sabes a dónde quiero llegar?

A Becky aún le avergonzaba recordar lo que ocurrió entonces, pensando que todo había sido fruto de su imaginación. Pero estaba claro que no era así. No podía creer que se exhibiera así tras unas pocas copas de más con un poco de afrodisíaco en la bebida. Pero era cierto. Había disfrutado.

―No.

Freen carcajeó antes de alzarse hasta quedar de rodillas ante su entrepierna. Ante los ojos de Becky abrió su camisa negra y se la quitó, pasó a quitarse también el sujetador para así mostrar sus pechos voluptuosos y bien fornidos. Ante la mirada asombrosa y excitada de Becky, la vampira volvió a tumbarse sobre ella y junto su pecho con el de ella, cálido y duro, empezaron a subir y bajar el pecho pegado al de ella, excitándola con el vaivén que solo ellas podían hacer entre sí.

―Tú también me sedujiste, Becky ―dijo Freen junto a su oído, excitada y ronca―. Quiero ver a esa Becky de nuevo, lo deseo más que nada.

―Pero... esa no era yo... ―jadeó Becky, echando la cabeza atrás, recibiendo las húmedas atenciones de la lengua de Freen en su garganta sin dejar de moverse―. Ah…

―No te engañes más, mi amor. Estoy segura que ese era tu «yo» más vivo… Y me aseguraré de que lo saques pronto ―dijo Freen mordiendo el borde de su oreja con los dientes.

―¡Freen...!

―No te confundas, me gustas tal y como eres ahora. Pero también quiero conocerte entera, completa, como tú a mí ― Freen hizo que Becky se diera la vuelta sobre la cama y así quedar tumbada sobre su vientre; apartó la camisa de sus hombros y su melena rubia para así besarla en esa zona―. Serás mi eterna amante. Quiero saberlo todo de ti, y tú lo sabrás todo de mí, cada rincón, cada secreto…

A Becky le encantaría contarle todo a Freen, pero había cosas que era mejor que nunca salieran a la luz. En su caso, tenía un secreto que era muy doloroso de sacar y por ello, para que dicho pasado no se manifestara de nuevo, se dejó llevar por Freen por completo, sin pensar en nada más que en ella y en ese momento.

* * *

Tras caminar sin un rumbo fijo y llorando hasta que no pudo llorar más, Irin se detuvo y se apoyó en un árbol hasta caer de rodillas pegada a él, sollozando. No supo cuánto tiempo estuvo ahí en medio del bosque que había en los terrenos de la academia, en medio de la oscuridad, al amparo de cualquier peligro que allí pudiera haber. No le importó, a ella le importaba lo que había hecho la persona que había tenido como mejor amiga desde la infancia y que había amado en silencio, sin confesárselo nunca.

Ahora se arrepentía de no haberlo hecho antes, antes de que conociera a ese monstruo.

Ahora odiaba a Becky al mismo tiempo que la seguía amando. Quería hacer algo para salvarla del peligro que suponía estar al lado de esa vampira que atraía monstruos tan sanguinarios como Karmila. Irin estaba dispuesta a todo con tal de separarla de ella, incluso si con ello se ganaba el odio perpetuo de Becky. No le importaba si con ello salvaba su vida.

De repente, Irin oyó el sonido de pasos, pasos de alguien que caminaba tranquilamente hacia ella en medio de la oscuridad. No se atrevió a moverse por temor a que fuera alguien peligroso. Se quedó inmóvil hasta que los pasos dejaron de oírse; justo cuando se detuvieron a un metro de ella.

―¿No te parece un poco tarde para estar paseando por aquí sola, zorrita?

Irin no podía creer que, de todas las personas que pudiera cruzarse de pura casualidad tuviera que ser precisamente él. Para estar segura de que era realmente él y que no era una mala pasada de su cabeza afectada por el shock, alzó poco a poco la cabeza hasta que pudo verle la cara.

En efecto, era Baeng Sarocha, de pie con las manos en las caderas, siempre tan arrogante.

―¿Qué haces aquí? ―preguntó él con el ceño fruncido.

Antes de responder, ella se puso en pie con ayuda del tronco del árbol hasta que estuvo a la misma altura. Durante ese tiempo pudo idear el plan que creía que podría ayudarla a salvar a Becky.

―Buenas noches, Baeng ―saludó ella primero, educada―. Tenemos que hablar tú y yo.

Él la miró aún más extrañado, pero entonces sonrió interesado en lo que ella quisiera hablar.

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