capitulo 43 ( un deseo no cumplido )

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Una vez que se marchó del comedor donde se estaba celebrando la fiesta con música y bailes, Becky no se marchó directamente a su dormitorio a dormir, sino que decidió dar un paseo relajante por los solitarios y silenciosos pasillos del centro, ensimismada en sus pensamientos.

No negaba que la marchada de Sebas y Edu, el distanciamiento de Irin, lo ocurrido con esa Karmila y todo aquello le hubiera pasado factura y ahora no se sintiera como la chica de dieciséis años que entró en esa academia por primera vez como muchos otros con ella. Todo había cambiado.

Todo eso le hizo recordar lo que le ocurrió cuando era muy pequeña, cuando sus padres habían muerto por culpa de un conductor que los atropelló a ambos y se dio a la fuga y al cual nunca pudieron detener para que pagara por su crimen. Debido a esa desgracia, ella tuvo que irse a vivir con los únicos parientes que tenía; sus tíos paternos, los cuales tenían dos hijos de más o menos su edad. Aquello fue el comienzo de una vida… no deseada para ella en absoluto.

Al instante le vinieron muy malos recuerdos que creía bien encerrados en lo más profundo de su memoria. Cerrando los ojos con fuerza intentó volver a meterlos allí.

«¡No!, no pienses en eso ahora. Olvídalo. Nunca volverás allí».

―¿Qué haces aquí sola?

En algún momento, sin percatarse, Becky había acabado en el jardín central de la academia donde se encontraba el gran árbol. Tan ensimismada estaba que aquella voz la había pillado por sorpresa, haciendo que abriera los ojos de golpe. Entonces pudo ver ante sí un par de botas negras de tacón bajo que nunca había visto antes. La voz en cambio si la conocía, y muy bien.

Poco a poco fue alzando la mirada, recurriendo la figura de la persona que más amaba en ese mundo lleno de tinieblas y sufrimiento, la única persona que lograba sacarle una sonrisa sin ningún tipo de esfuerzo. Vio ante sí a Freen, que en ese momento no vestía con el uniforme académico, sino con ropas más casuales; un pantalón de cuero negro y una camisa azabache a medio abrochar.

No importaba lo que lleva o dejare de llevar, Freen era preciosa ya de por sí.

―Buenas noches ―la saludó con una sonrisa feliz―. Deseaba mucho verte.

―El deseo es mutuo, créeme ―dijo mientras se acercaba para al final rodear su cintura con ambos brazos―. ¿Qué haces por aquí? ¿No hay una fiesta de despedida en el comedor escolar?

―Y así es. He estado allí hasta hace un rato con unos amigos. Iba a retirarme a descansar después de dar un ligero paseo ― Becky no pudo evitar oler el cuello de Freen mientras le correspondía el abrazo―. ¿Estabas preocupada por mí?

―Es muy posible, sí. No es algo que pueda evitar ya ―confirmó Freen sin rodeos. Becky se ruborizó un poco al escucharla―. Ahora tu y yo estamos juntas, ¿recuerdas?

A Becky le brillaron los ojos al recordar lo que ambas hicieron días atrás 

―Cómo no hacerlo. Desde aquella noche… que me entregué a ti. Lo recuerdo muy bien.

Freen la apartó lo justo para mirarla a los ojos.

―¿Acaso... te arrepientes?

―¡Claro que no! ¡Para nada!

―Entonces, ¿porque tenías esa cara de angustia hace unos instantes?

Aquella pregunta puso en alerta a Becky, quien miró a la vampira con temor en los ojos.

¿Acaso le había leído la mente y…? No, Becky se negaba a creer que Freen hubiera roto su promesa de respetar sus pensamientos y no invadirlos nunca sin su permiso. El temor de su pasado le hacía pensar lo peor. Y ese temor hizo que bajara la mirada, temblando de la cabeza a los pies.

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