capitulo 57 ( la llegada de la luna roja)

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Muchas horas después, los ojos soñolientos de Becky se abrieron confundidos. Lo primero que vio fue la sonrisa radiante de Freen, quien estaba desnuda a su lado, acurrucándola con el brazo mientras Becky estaba tumbada a su lado, apoyada sobre su pecho.

Poco a poco le vino a la mente todo lo que había pasado aquella noche. Y también vio a Dorian, quien estaba de pie en la habitación, vistiéndose.

―¿Estás bien, mi amor? ―preguntó Freen, dándole un beso en la frente―. ¿Te duele?

―Un poco ―reconoció ella, notando un ligero dolor entre sus piernas, pero bienvenido―. Estoy bien.

―Me alegro.

―Espero que lo que viste hacernos anoche no te diera demasiada vergüenza. ―comentó Dorian, sonriendo picaron.

Al recordar todo lo que vio, Becky se ruborizó entera e intento disimularlo sin éxito. Tras tener su primera vez, Dorian y Freen no se cortaron un pelo a la hora de soltarse y follar como conejos, como llevaban tiempo sin hacerlo. A Becky le dio pudor verlo al principio, pero poco a poco dejó de sentirse tímida a participar con ellos. Tras horas y horas haciendo el amor con ambos, llegó un momento en que no pudo más y acabó rendida en la cama.

―Puede que un poco.

―Pues acostumbrate, porque esto lo haremos muy a menudo a partir de ahora. ―dijo Dorian antes de inclinarse sobre Freen y besarla con amor correspondido―. Bueno chicas, las dejó solas.

Ambas chicas vieron como él se marchó de la habitación con una sonrisa en los labios.

Una vez que se quedaron a solas, Freen acercó más a Becky a su lado, posando el brazo detrás de sus hombros hasta poner la mano sobre su brazo izquierdo y deslizar los dedos arriba y abajo sobre su piel. Ante eso Becky ronroneó encantada.

―¿Seguro que estás bien? ―preguntó Freen, preocupada―. No te hagas la dura conmigo.

―Estoy bien, de verdad ―aseguró ella, posando su mano sobre el vientre de Freen―. Tan solo un poco adolorida, pero creo que eso es normal ¿no?

―Sí, lo es. Yo también estuve algo dolorida la mañana siguiente. Fue hace mucho ya.

Becky quiso preguntarle más cosas de su pasado, pero de repente Freen la abrazó contra su pecho con fuerza, sorprendiéndola.

― Freen…

―Nunca creí que te atrevieras a tener sexo con Dorian y conmigo a la vez. Es algo que nunca olvidaré ―dijo Freen, emocionada―. Si hay algo que quieras, dímelo y te lo daré.

A Becky la dejó paralizada aquellas palabras. Y en su mente no tardó en aparecer algo que aún no habían hecho y que esperaba que no fuera algo que Freen se cerrará en banda.

―De hecho, hay algo.

Al escucharla Freen se apartó un poco para mirarla a los ojos. ―¿El qué? Dímelo.

Becky no respondió enseguida, temblaba de miedo y vergüenza, pero aún así quiso intentarlo. Así pues, ante los ojos de Freen apartó su melena rubia y expuso su garganta ante ella. La vampira al ver ese cuello blanco y suave enseguida tuvo una necesidad que hasta ahora había controlado sin problema. Sus ojos visualizaron las venas azules bajo la piel, y sus oídos escuchando las pulsaciones cada vez más alto y claro. La sangre la llamaba para tomarla y saciar su sed.

Con los ojos rojos, miró confundida a Becky, quien al ver esos ojos no sintió temor.

―¿Becky?

―Bebe mi sangre.

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