Prólogo

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¿Por qué a veces la muerte es tan injusta?

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¿Por qué a veces la muerte es tan injusta?

Después de que la vida da una oportunidad de ser felices por primera vez, de sentirnos suficientes, o simplemente aprender a ser nosotros mismos, actúa sin pudor.

Eso parece el peor enojo que puede tener la muerte, así que llega de una manera tan sigilosa y simplemente hace su trabajo.

Les juro que me gustaría tener una conversación con ella y reclamarle con todo mi dolor:

¿Por qué te llevas a aquellas personas que tienen un propósito?

¿Por qué no te importan los demás? Porque para ella es algo normal.

¿Pero que pasa con los seres queridos del difunto? Nosotros nos destrozamos.

Pero no sé diga cuando llega la oscuridad de la noche, ese momento del día en dónde te recuestas en tu cama mirando el techo, y te pones a reflexionar:

¿Por qué no pude despedirme de ti?

Ahí es cuando las lágrimas comienzan a bajar, las manos empiezan a temblar junto con las piernas y lo más doloroso, la mente comienza a traicionar de las peores maneras. Trae recuerdos de los mejores años de la vida, hasta el punto de hacer que el sentimiento se apodere de uno mismo.

Dicen que hay cinco fases del duelo que son la negación, la ira, la negociación, la depresión y la aceptación.

Hablemos de la negación, ¿Qué como la he vivido? Se podría decir que no lo acepto del todo aún, el primer año de la pérdida de Elián fue el más pesado de mi vida, ya que mi cabeza se negaba a aceptar que murió. Todos los días miraba por la ventana sin distracción para esperar que Elián llegará ¿Y saben que sucedió? Jamás llegó...

Hasta que recapacitaba y volvía la verdad... Elián había muerto.

Así fue el primer año.

La ira: luchaba contra mi misma al pensar que fue mi culpa, mi estúpida culpa. Si tan solo jamás hubiera tenido un corazón artificial, si tan solo me hubiera alejado de él al instante en que nos peleamos...

Recuerdo las luchas que tuve con mis abuelos, les decía con tanto dolor, con lágrimas bajando por mis mejillas que él se fue por mi culpa.

Se había ido solo para darme vida a mí ¿Y ahora? Parece que todo lo hermoso que construimos yo misma lo destruí.

La negociación: no saben cuentas veces me he tirado de rodillas suplicando que Elián vuelva a mi lado. He hecho tantas promesas que estoy segura que a él le hubieran encantado cumplir.

He platicado con Dios con tanto dolor, que podría romperme estando allí, le he dicho que devuelva a Elián y que me lleve a mí en su lugar. Que él tenia una mejor razón para estar en este mundo. Sus metas, sus aspiraciones que le emocionaban tanto, su talento para salir adelante ¿Acaso todo eso se perdió en un simple instante? Hubiera sido mejor que yo me hubiese largado.

Sigue la más difícil. Esta etapa no la he superado aún: La depresión.

Cada día es más pesado que el anterior, me cuesta levantarme de la cama, los ojos me pesan al punto en que no puedo mantener los párpados abiertos. Para lo único que salgo de mi habitación es para ir a citas con el doctor o para ducharme.

No he podido pasear por la ciudad, ya que los recuerdos me matan.

Me imaginé que mi vida sería diferente, más llena de color o de luz en mi interior

Pero la verdad es que me equivoqué...

Tengo demasiada falta de concentración en cualquier aspecto, así que se podría decir que en todo momento mi vista se mantiene en un punto fijo con una atención extrema a mis pensamientos.

Vamos por la última etapa; la aceptación

Se preguntarán: ¿Lo has logrado?

La respuesta es que no.

No he podido aceptar el hecho de que se haya ido de mi lado. Cada día, minuto, segundo, lo extraño con toda mi alma.

Pero estoy tratando de vivir como el vivía, estoy luchando contra ese duelo que ha estado en mi durante años.

Pero...

Quiero agregar una última etapa llamada, el vacío...
Hay un tipo de tristeza que no te hace llorar. Es como una pena vacía por dentro y te deja pensando en todo y en nada a la vez, como si ya no fueras tú, como si te hubieran robado una parte de tu alma.

Han pasado 2 años desde que Elián se fue de este mundo.

Por mi culpa...

Tengo un corazón, de eso no tengo duda.

Pero estoy muerta en vida.

Lo estoy intentando por él.

Y, sobre todo.

Estoy Cumpliendo Nuestras Promesas.



Cumpliendo Nuestras PromesasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora