SARA PRESLEY
Suena el despertador, otra vez ese maldito momento de la vida cuando tengo que levantarme para comenzar un nuevo día (aquel que será igual que el anterior)
Apago la alarma sin nada de actitud de empezar de nuevo.
Durante este tiempo que Elián…se fue, mi vida se ha vuelto tan monótona que todo lo que hago parece rutina.
Se suponía que cuando tuviera mi trasplante de corazón toda mi vida cambiaría, mi sonrisa sería más visible al igual que mis cambios de humor, pero parece que todo se jodio al implantarme ese puto corazón.
“Tienes que dar gracias a la vida por darte una oportunidad” Sí, lo sé, me lo han dicho más de un millón de veces y ahí es cuando yo les contesto: La vida me dio una oportunidad, sí, pero ¿A cambio de qué? Perdí a Elián, para siempre, y eso jamás lo voy a poder aceptar.
Ya ha pasado tanto tiempo que las emociones se han congelado por completo.
Pasa la primavera, el verano, otoño e invierno y yo todos los días los vivo igual. Esos días de celebración de Navidad, Noche Buena, Año nuevo, hasta incluso mi cumpleaños, los vivo como un día cualquiera.
Fue un choque tan duro para mí enterarme de es manera ¿¡Qué les costaba decirme?! ¡Por Dios! Era alguien más especial que mi propia vida. Merecía verlo por última vez, darle las gracias por no dejarme sola, pero me enteré dos meses después que murió.
¿Cómo? Eso es lo que yo tengo que descubrir. No me han dicho cómo, dónde, ni siquiera porque fue la causa de su muerte. Es tan doloroso preguntarle a Daniel o a mis abuelos como fue el dicho accidente y que ellos me evadan de todas las maneras posibles.
Tampoco se de quien es mi corazón y eso es…aún más complicado para mí, porque si yo me enterara de que tengo el corazón de Elián les juro que…todo sería…diferente.
Voy al cuarto de baño, empaño mi cara con un poco de agua y después admiro la cicatriz que divide mi cuerpo. Jamás imaginé llegar a tener un corazón de verdad, a dejar de vivir con cables, controladores y baterías, aún no me acostumbro.
Tomo una sudadera negra para intentar cubrir la cicatriz al igual que un pants largo color blanco. Abrocho sobre mi cuello la cadenita que era de Elián y sobre mi dedo anular coloco el anillo que me dio ese día que pidió que fuera su novia.
Antes de salir miro mi mochila amarilla con tanta nostalgia que decido llevármela.
Bajo las escaleras sin nada de ganas.
—Buen día, Sara ¿Cómo amaneciste?—saluda y pregunta mi abuela con lastima.
—Como siempre…—mascullo tomando una botella de agua helada.
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Cumpliendo Nuestras Promesas
Teen Fiction°°Segundo libro de la "Biología Artificial" Cuando caían gotas del cielo, estaba totalmente segura que me perdería en aquel aguacero. Y no hablo exactamente de la lluvia... 02-02-22 ese día las flores se marchitaron, los pájaros dejaron de cantar...