Etapa 11

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SARA PRESLEY

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SARA PRESLEY

Dormí como un bebé, no les miento. Jamás había dormido tan bien en mi vida, será porque por fin mi mente está tranquila.

Anteriormente recuerdo mis noches de insomnio que eran tan horribles, al punto de tener que tomar pastillas para dormir y dejar de pensar, antes de encontrar a Adam, es decir, cuando estaba investigando por mi propia cuenta, no saben cuánto tiempo llegue a quedarme noches sin dormir pensando en como haría para encontrar al culpable de todo este caos que no me dejara tranquila hasta que lo termine.

Ese tipo de personas se saben esconder, tan bien que logran desaparecer del mundo ¿Cómo? Eso yo también quiero saber. Y lo peor aún, es ya pasó mucho tiempo de la muerte de mi chico, eso me aterraba porque tarde mucho tiempo para empezar mi búsqueda, pero ahora tengo una buena ayuda. Scott y Adam.

Al oler un aroma dulce y empalagoso, hace que me levante de la cama. Al tocar el frío del suelo, un leve escalofrío recorre mi cuerpo, abro la puerta para ver a Adam con solo un mandil sacando una bandeja del horno.

Vaya, tiene buen cuerpo. Hay que admitirlo.

—Buenos días, Sara—saluda quitando sus guantes.

Aún recapacitando en donde estoy, que día es hoy, quien soy y todas las preguntas que tengo que hacer antes de pararme de la cama, con un gesto lo saludo.

Bostezo.

—Buenos días…

Veo mi maleta en la esquina y de inmediato voy a sacar un cigarrillo para comenzar bien el día. Tomo mi encendedor, enciendo mi glorioso desayuno y justo cuando intento llevármelo a la boca, Adam me lo arrebata levantándolo con su brazo.

—Oye, es mío, consigue el tuyo—doy brinquitos para alcanzarlo pero me es imposible, Adam mide 1.95 y yo con mis humildes 1.65  de altura.

—Yo no fumo, Sara.

Rodeo los ojos.

—Ay por favor, y todo los cigarrillos gastados que encontré tirados aquí. Aparecieron por obra de magia.

Ríe tirando a la basura MI cigarrillo.

—Son pasados, porque llevo seis meses limpio de tabaco en mi cuerpo—aclara orgulloso.

Bufo con mala cara.

—Excelente, bien por ti, te felicito, pero yo no estoy en planes de desintoxicarme—respondo irónicamente.

—Ahora ya conocí otra faceta de ti, Presley—masculla volviendo a la cocina.

—¿De qué estás hablando? No estoy para bromas, Kennedy—respondo sin humor.

—En las mañanas te encanta el sarcasmo. De eso no tengo duda—muerdo mi labio indignada.

—¿Entonces no me dejaras fumar?—pregunto cruzada de brazos.

Cumpliendo Nuestras PromesasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora