SARA PRESLEY
No estoy para nada tranquila por el sueño que tuve anoche. Fue distinto, es decir, diferente a los que tuve anteriormente.
Un sueño que se sintió tan real, cómo si me estuviera hablando al oído. Y no me estoy volviendo loca, solo que él quiere que yo averigüe mis dudas. Lo hizo por algo, si todo hubiese sido cómo todos lo narran nada de esto estuviera pasando.
No olvidaré sus palabras tan claras: “Tu más que nadie sabe quién es” Eso quiere decir que alguien lo hizo, su muerte no fue intencional, fue planeada.
Pero ¿Por quién? Que yo recuerde, Elián jamás tuvo enemigos que lo odiaran tanto como para quitarle su vida.
Algo de lo que estoy segura es que no puedo hablar de esto con nadie, si abro mi boca como de costumbre terminaré yendo al psicólogo y terminare con un diagnóstico para nada normal.
No me importa quedar como loca ante los ojos de otras personas. Pero juro por mi vida y por su muerte que moveré cielo, mar y tierra para encontrarlo.
Me levanto de la cama e ir directo al baño en de mi habitación, me miro al espejo como mi cara esta demacrada hasta más no poder. Estos tres años han sido llanto, dolor, depresión y todas las palabras dolorosas que pasa el ser humano. Ahora llego el momento de que todas esas lágrimas que derramé, sean cobradas y que el responsable las pague, y no con dinero, sino con sufrimiento.
Tomo las tijeras que mi abuela utiliza para coser y comienzo a cortar el largo de mi cabello hasta formar una melena corta emparejada.
La puerta de baño se abre de inmediato y Daniel se hace ser visto. Compartimos miradas, él con su boca entreabierta y sus ojos sorprendidos, mientras que yo estoy por cortar el último mechón.
—¿Sara? ¿Qué mierda crees que haces?
Intenta arrebatarme las tijeras, pero por mis reflejos tan buenos, logro tenerlas aún en mis manos.
—Estaba cansada de tener el pelo largo—al ver sus gestos bajo mi mirada—¿Tan mal me veo?
—No, no, no, por supuesto que no—toma las tijeras—Eres y te vez hermosa. Solo que hay que emparejar un poco las puntas y se de alguien que te puede ayudar…
Sin esperar a que yo diga mi opinión, agarra mi mano para bajar la escalera junto a mí y para finalizar meterme en su auto.
—¿A dónde vamos?—pregunto mirando por la ventanilla.
—Ya lo verás.
Después de estar vagando por unas cuantas calles, bulevares e incluso fraccionamiento, Daniel encontró la dirección a la cual me quería llevar desde la mañana. Así que sin más que decir, se estaciona enfrente de una casa de dos pisos, aquella está pintada de un color amarillo paja, tiene unos detalles hermosos los cuales combinan perfectamente con la decoración
ESTÁS LEYENDO
Cumpliendo Nuestras Promesas
Roman pour Adolescents°°Segundo libro de la "Biología Artificial" Cuando caían gotas del cielo, estaba totalmente segura que me perdería en aquel aguacero. Y no hablo exactamente de la lluvia... 02-02-22 ese día las flores se marchitaron, los pájaros dejaron de cantar...