Etapa 10

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SARA PRESLEY

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SARA PRESLEY

Abro la puerta del bar cansada de tanto caminar trayendo en mano una maleta con todas mis cosas, tomo asiento en el primer lugar vacío que encuentro en la barra. Enseguida se acerca mi gran y querido amigo Jet, es un señor de edad adulta que trabaja en dicho bar, aquel que me ha brindado apoyo cuando más lo necesite.

—¿Presley? ¿Tú por aquí? ¿Qué sucedió, pequeña?—sirve un vaso de whisky a mi lado.

Lo tomo con desesperación.

—Problemas con mi abuela…

Limpia la barra.

—Vaya, vaya, ¿fue tanto el problema que te sacó de la casa?

Asiento con la cabeza.

—Era obvio que pasaría esto, Jet. Falte a todas mis citas del hospital solo por…ay no, ya olvídalo, no vale la pena—mareada por el impacto del alcohol dejo el vaso sobre la barra—¿Tendrás un cigarrillo de esos que me vendes?

Me sonríe sacando uno de su bolsillo.

—Tabaco 100% puro para mi mejor clienta—lo enciende entregándolo en mis manos.

En cuanto lo tengo, inhalo más del normal provocando que sienta un mareo satisfactorio.

—¿Cuanto te debo, Jet?

—Cortesía de la casa—giña un ojo yendo a atender a los otros clientes.

Sonrío un poco.

¿Y ahora? Ni siquiera me traje todas las cosas para sobrevivir por mi sola. Una opción sería irme a la casa de Zoé, pero desde el inconveniente que tuvimos no hemos vuelto a hablar con la misma confianza Daniel está del lado de mis abuelos, cosa que es totalmente coherente, así que tendré que esperarme a que cierren este lugar para acercarme con Jet y comentarle de mi situación.

Es increíble cómo puedo ser tan estúpida como para no ocultarme bien, siempre cierro la puerta con seguro y justo hoy me olvidé por completo de aquello. Se que alguna vez iba a suceder, pero quería decírselo yo misma, ya que sería el momento en el que dejara esta puta adicción, es que no puedo parar de ingerir tabaco a mi cuerpo, lastimosamente ya se volvió una necesidad para mí el hecho de acabarme una cajetilla completa y quiero salir de ahí, sino terminaré muriéndome sin resolver lo que me mantiene inquieta.

Esperen, la señora Susana puede ayudarme, aunque me da demasiada vergüenza llegarle de nuevo a su casa, se que me echará una mano. Aunque sea por esta noche, no me gustaría causar molestias. Miro al cigarro estando ya bastante consumido y sin pensarlo me coloco de pie provocando un pequeño mareo, intento tomarme de la barra, pero mis ojos la ven demasiado lejos.

—Te tengo…—siento unos brazos tomándome por la espalda.

Miro los bellos ojos de Adam atrás de mí.

Cumpliendo Nuestras PromesasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora