Etapa 1

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SARA PRESLEY

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SARA PRESLEY


Las gotas resbalando por todo mi cuerpo, ocasionando que mi ropa llegue a empaparse. Sin ninguna protección como un paraguas o un impermeable, entro al panteón. Está solo, vacío, sin ninguna persona, teniendo el camino de memoria llego a su tumba.

Estando allí, miro la lápida tallada con su nombre, su fecha de nacimiento y…la fecha que nos dejó, me dejó. Una sensación de nostalgia se apodera de mí como todas las veces que he asistido.

Mis rodillas caen al suelo ignorando el dolor por el concreto, dejo el ramo de flores reemplazando las antiguas. Ha sido la misma rutina durante 3 años seguidos, que se podría decir que si no vengo aquí, mi día es diferente.

Suelto un gran suspiro.

Sara, tienes que entender que yo vine para quedarme.

Muerdo mis labios intentando olvidar todas las frases que un día llegó a decirme, aquellas que me reconfortaban en mis peores momentos, las que hacían que lograra sacar una sonrisa y con las cuales me sentía protegida, amada y a salvo.

—¿Sabes? Está tarde fui a tocar el violín a los alumnos de Dixie—sonrío limpiando las lágrimas de mis mejillas —Y los pequeños preguntaron por ti—mi voz se rompe. Tomo aire para poder continuar y así controlar que el sentimiento que aún tengo, no tome el control de mí—Así que les dije que los estabas cuidando desde arriba.

Sollozo colocando una mano en la tumba gris.

—Elián, sabes que me haces tanta falta ¿verdad? Eras la única persona a la cual le entregué mi vida, y la cuidaste tanto que diste la tuya por mí. No quería que te fueras así de repente. Aún no puedo aceptarlo…

Cuando mis ojos se nublan en lágrimas, recuesto mi cabeza en la lápida para seguir con mi llanto.

—Te extraño tanto…Yo no soy nada si tú no estás conmigo…—Limpio mi nariz y de paso las lágrimas—Te juro que me esfuerzo, por ti me levanto todos los días, pero…no es fácil maldita sea, nada es fácil si tú no estás conmigo.

De pronto un ligero dolor en mi corazón me avisa que pare de hacer tanto esfuerzo en llorar.

—Me prometiste que estarías para mí todos los días de mi vida, lo único que me arrepiento es que yo no prometí lo mismo. Perdóname por favor—mi voz se rompe—Te traté tan mal sin pensar en como me ibas a ayudar, sin imaginar que tú serías él que me ayudaría—toco mi pecho—Lo peor es que no sé quién te hizo eso. Pero te prometo que voy a descubrir quien fue, tarde o temprano, pero lo haré—vuelvo a recostarme cerrando mis ojos.

Pasan unos segundos cuando tocan mi hombro delicadamente. Eso hace que levante mi vista debilitada hacia el señor encargado del cementerio.

—Muchacha, ya has estado mucho tiempo aquí… De verdad me preocupas…

Cumpliendo Nuestras PromesasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora