Capitulo 31 "Sobran motivos para quererte"

624 43 71
                                    

Advertencia: Contiene Violencia.

Javier

Me había quedado a medio pedir el helado cuando Ezra se puso a correr como loco, miré a la señorita que me atendía con apuro, no quería dejarla tirada, pero no podía dejar ir a Ezra a lo que fuera que había ido hacer. Me asusté y recordé a la policía que tenía a Jonathan sujeto en aquel momento cuando me advirtieron que si le soltaban huiría. ¿Ezra había huido?

Le seguí enseguida y le ví al otro lado de las escaleras mecánicas ¿Como había llegado allí tan rápido?

- ¡Ezra detente ahí!

No hubo caso, no se detuvo. Me abrí pasó entre la gente lo cual era más difícil para mí dado mi tamaño y más fácil para Ezra que ocupaba menos espacio.

Aún no le perdía el rastro y fue suerte cuando entre tanta gente Ezra chocó con una señora, cayó de rodillas y por un pelo no se entierra esos lápices en los ojos.

Aproveche ese momento para acercarme y le levanté de un brazo, para luego quitarle los lápices.

- ¡Cuidado! ¿Que hubiera pasado si te llegas a enterrar esto en algún ojo? - Le regañe, llevado por el calor del momento. Mismo calor que me provocó darle un azote, de haber sido Noah lo hubiera hecho. ¿Es qué, cómo se ponía a correr como loco por ahí? ¿Se hubiera perdido?

- Eso no se hace. A la próxima que hagas algo así te voy a castigar. - Le regañé con severidad ¡Casi muero del susto!

Le lleve nuevamente escalera arriba para hacer el pedido del helado, noté en Ezra ganas de refutarme, pero no lo hizo.
Le llevaba bien sujeto de la mano y en mi otra mano llevaba los lápices que le había quitado. Caí en cuenta que deje todas la bolsas tiradas en la heladería por ir tras él.

Por suerte una vez llegamos, la muchacha había atado y apartado las bolsas.

- Muchas gracias, disculpe las molestias.

Le dije a modo de saludo, mientras guardaba los lápices dentro sin soltar la mano de Ezra. Continúe con el pedido a la vez que normaliza a mi respiración, la resistencia física nunca había sido lo mío.

- ¿Y este niño, por qué está llorando?

Obviamente la voz llamo mi atención, provenía de una señora de edad, una anciana y se dirigía a Ezra. Nuestras miradas se cruzaron y no sé por qué me sentí juzgado, como si le debiera una explicación. Ni siquiera había caído en cuenta que mi Ezra estaba llorando.

- Seguro porque le regañe, salió corriendo hace un momento.

Le respondí prestando partícula atención a Ezra, pero me esquivó.

- Y aún así le van a comprar helado, pues muy mal, las travesuras no se premian.

Le regañó de igual modo la mujer.
Ezra no la estaba mirando, pero aún así giró la cabeza en dirección contraria a la anciana dejando ver su malestar.
La anciana me dedico una sonrisa de camarada y se dirigió a mí.

- Hay que tener paciencia, mis nietecitos son iguales. Seguro quería ir abajo donde están los demás niños.

- ¿Demás niños?

Este fue el momento en que la muchacha que nos atendía se incorporó a la conversación.

- Hay un evento de escribir una carta a santa. Por eso hay más gente de lo normal.

Ouhh

Me incliné nuevamente para quedar a la altura de Ezra.

-¿Quieres ir ahí? ¿Por eso saliste corriendo?

JavierDonde viven las historias. Descúbrelo ahora