Capitulo 32 : "Un mimado y un mimoso"

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Javier

Jonathan se había quedado mirando las manos durante todo el discurso que había lanzado.

- Le hice daño a Noah. -Afirmo despacio

- Si... Pero estoy seguro que no eres el chico que hizo eso. A menudo hacemos cosas de las que nos arrepentimos, pero ahí está la clave, no todos se arrepienten, no todos prometen no volver hacer aquello que hizo daño. Es difícil para cualquier persona aceptar que hizo algo incorrecto, pero tú no eres cualquier persona. Sé que le hiciste daño a Noah, sé que le golpearon y que le obligaban a hacer cosas que él no quería. Lo sé hoy, lo sabía hace un mes y lo sabía el día que decidí cuidarte. Ya te lo dije antes, no tengo ningún motivo para no quererte. Cariño voy hacer todo lo posible para quedarme con ustedes.

- ¿Y si no? ¿Y si luego de los dos años no nos dejan seguir aquí?

- Jonathan, soy un hombre de negocios, tengo un plan B, C y D. Todo estará bien, mi madre, tu nueva abuela. - Corregí cuando la miré observandome con una miradita de complacida. - Ella dice que si nosotros decimos que ocurrirán cosas malas, las desgracias nos van a perseguir, pero si decimos que solo serán cosas buenas las que nos ocurrirán, lo más probable es que si nos sucedan. Así que ya basta de pesimismo y de caras largas tú y Ezra se quedan conmigo y ya no hay marcha atrás. Ahora somos una familia.

- Pero...

- Pero nada, estoy preparado para mil tormentas. ¿Corregimos ese signo?

Me miró con su carita de tristeza, con ese ojito morado, un tanto inflamado y asintió.

Pasaron cerca de treinta minutos. Era algo evidente que a Jonathan le dificultaba más que a Noah el tema de las asignaturas, estuvimos con mi madre explicándole el contenido, pero aún así se equivocaba en cosas insignificantes, como un signo. Debía ser por todo lo que significaba adaptarse a esta nueva vida con nosotros, su mente no estaba cien por ciento conmigo.

La próxima semana le debía llevar al psicólogo, uno que me había recomendado Úrsula, esperaba que con eso se desenvolvierá un poco más.

Notaba en sus ojitos la ilusión que tenía al estar con nosotros, pero en misma medida su temor igual era reflejado.

Le dije que descansara. A Noah me lo iba a traer para que terminara sus deberes, pero me pareció buena idea motivar el ambiente para que vieran la tele juntos, aún si estuvieran en extremos opuestos del sofá, eso podía ayudar a la causa.

- ¿Javi, ya hablaste con ellos sobre el domingo?

¡Ay! El domingo, lo había olvidado.

- Aún no... Todavía no se sienten cómodos conmigo, no sé si será buena idea.

- Tienes razón, pero puede que también sea un punto a favor.

- ¿Cómo es posible que el presionarles más, sea un punto a favor?

- Si lo ves de ese modo no suena como la mejor idea, pero si el miedo es exponerles a gente nueva por qué aún no confían totalmente en ti, puede que eso de un resultado inverso. Es decir puede que esa confianza se fortalezca ya que solo te tienen a ti.

- Aún así no quiero presionarles, me da tristeza cuando tienen esa mirada de miedo en el rostro.

- Pero cariño, es mejor que se acostumbren desde ahora. Ellos ya vieron la parte fea del mundo, ahora les toca el otro lado. - Hice una mueca. - Quieres que se sientan parte de la familia, pero no quieres que convivan con ella.

A este punto ya sabía que había perdido.

- No es eso ma, es solo que creo que es muy pronto.

-¡Javier! -Ese gritito berinchudo, provocó que Noah y Jonathan girarán su cabeza en nuestra dirección, el segundo con menos disimulo que el primero.- Irene y Bruce ya compraron todo para la parrillada, están todos ilusionados. - Me habló notoriamente más despacio para dicipar la curiosidad de mis críos. -Tu abuelo hasta compró regalos.

JavierDonde viven las historias. Descúbrelo ahora